Capítulo 72.

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-"Feliz" Navidad

Caprichoso destino... Vivimos a merced de algo que, para algunos, ni siquiera existe. Y no hablo de Dios o de algo similar. Hablo del destino. Somos las marionetas del destino; somos marionetas actuando en un teatro que tiene el guión a medio terminar. La vida.

Pero las cosas suceden por una razón, siempre. ¿Cuál? Eso quizás tendremos que averiguarlo nosotros. O, tal vez, jamás lo averiguaremos. En todo caso, no podemos echar el tiempo atrás, a pesar de lo mucho que nos gustaría... Vamos, ¿quién no ha pensado nunca en poder echar el tiempo atrás y corregir algo que ha hecho mal? Es pura lógica; somos todos humanos, cometedores de errores, insatisfechos de derrotas y trabajadores de metas.

Los errores que cometemos forman parte de nosotros. Y, si crees que no es así, piénsalo: en este momento no actuarías de x forma sino fuera por aquello que te pasó, o por aquello que hiciste, o por aquello que viste... Quizás ahora estés actuando mejor, quizás peor, pero sí diferente.

Cris, sentada en la sala de espera de comisaría y notando como las lágrimas caen descontroladas por su rostro, piensa que jamás va a ser la misma. Todo va a cambiar, si es que no ha cambiado ya.

-¿Estás... mejor? –le pregunta una voz ronca, profunda, a su derecha.

La chica asiente, mintiendo a Rubius de una forma descarada. ¡"Estoy bien" es la mentira más común del Universo, maldita sea!

Pero Rubius, que la conoce lo suficiente como para no tragarse esa mentira, le susurra:

-Tranquila... Todo... Todo va a salir bien. –A pesar de intentar aparentar seguridad en su tono de voz, el chico se atraganta con sus palabras.

¿Cómo es posible que todo vaya a salir bien? Espera, espera. Para emepzar... ¿Cómo es posible que esto haya ocurrido? Iba todo tan bien... Él se había reconciliado con Cris y, según lo poco que le ha contado su novia, parecía que las cosas entre ambas chicas marchaban a la perfección. Es increíble lo mucho que puede cambiar todo en apenas unos instantes, en unos malditos instantes.

Coge la mano de Cris y traza círculos sobre su palma. Observa su rostro. Cris se muerde el labio inferior, el cual le tiembla. Una pequeña y traviesa lágrima se desliza por sus facciones, una de muchas. El chico se la limpia con cuidado y ella sonríe agradecida. Aunque lo que sus ojos y su boca expresan no viene a ser lo mismo.

Se encuentran esperando a que el policía termine de tomar declaración a un cliente anterior. Horas antes, la ambulancia no tardó en llegar y en llevarse a Vanessa, aunque en vano. Hace poco les han llamado del hospital para confirmarles lo que ya sabían: Vanessa se ha ido para siempre, ha muerto.

Lo que van a hacer los médicos ahora será realizar una autopsia para determinar si Vanessa había sido drogada, envenenada o similares para que ese accidente se provocara. Le harán una serie de pruebas para dictaminar en donde han sido los golpes fuertes que le han hecho perder la vida, todo ello para redactarlo en un informe y entregárselo a la familia.

La familia... Uf, están destrozados. Cris y su madre apenas han charlado unos minutos, para hacer un breve resumen de todo entre lágrimas y sollozos de ambas mujeres. Aunque la charla haya sido breve, a Cris le ha bastado para saber en qué estado se encuentra ahora su madre. Fatal, deprimida, hundida. Un tanto de lo mismo que Dani, que Ignacio y... Y que ella misma.

Sorbe los mocos y suspira, notando como Rubius le aprieta la mano, tratando quizás de darle fuerzas. Sabe que Rubius se está aguantando las ganas de llorar. Lo nota en sus ojos rojos, rotos. Agradece mucho que se esté manteniendo fuerte para ella. En las buenas y en las malas, juntos.

Repentinamente, el chico saca el móvil y teclea algo. A continuación, lo guarda y mira a Cris, sonriente, una sonrisa de ánimo. Cris nota que el móvil le vibra. Seguro que Rubius ha escrito algo en Twitter. Y así es. Saca el móvil y lo comprueba, aunque tampoco es de gran relevancia:

La gamer del Starbucks (Fanfic Rubius) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora