29. Make Sleeping Beauty Wait
Estaba en silencio en el camino de regreso. Estuve en silencio la primera tarde en la casa. Estuve tan silencioso que mi madre me preguntó si había algo mal y si estaba guardando mi voz para la competencia de manera extremadamente supersticiosa.
Le dije que los extrañaba. Me abrazó y me aseguró que los volvería a ver pronto. Me animó a celebrar, no lamentarme. Me iría de casa y la familia me extrañaría. Necesitaba pasar tiempo con ellos. Sonreí para ella sin dejarle saber lo que en realidad me molestaba. La verdad es que estaba perdido. Estaba confundido. Ya no sabía nada.
Todo había pasado tan rápido que las emociones asociadas con ellos se difuminaban en una mezcla vaporizada. Emoción por haber sido aceptados. Felicidad por perseguir mi sueño. Orgullo por haber tenido éxito. Tristeza por estar solo en la vacía casa. Pero más que nada, vergüenza por no haberme controlado cuando se trataba de Louis. Vergüenza por ser gay. Vergüenza por ser un chico. Vergüenza por besar a un chico. Vergüenza por querer besar a un chico de nuevo. Vergüenza. Vergüenza. Vergüenza.
No escuché de él durante la primera semana y me había convencido de que había arruinado todo de nuevo. Si no hubo incomodidad en mi confesión antes, ahora estaba seguro de que la habría. Había sellado ese sobre con mi fe adentro.
Louis pensaba que me gustaba y creo que estuvo en lo correcto. Yo no le gustaba a Louis, por lo que no le gustaba que a mí me gustara. Mientras más sencillo lo hiciera para que mi mente lo entendiera, más fácil creí que lo aceptaría. Pero no era así. Pensaba en él constantemente y nunca hubo progreso, incluso cuando acepté pasar el rato con aquél ex chico que de repente estaba interesado por conocer a alguien que estaría en la TV.
Me había resignado a ese estúpido pensamiento de crushes no correspondidos y manzanas prohibidas. Odié cómo tomó un solo momento para que la tentación me hiciera equivocarme. Merecía sentirme culpable y, aun así, a veces cuando estaba acostado en la cama por la noche, deseando tener su olor en mis cobijas, me cuestioné, "¿No fue él quien lo sugirió?"
En la doceava noche de nuestras vacaciones, Louis se puso en contacto. Fue inesperado, crudo y abrupto—lo que aprendí a esperar de Tommo. Cualquier otra cosa sería demasiado sencilla. El teléfono sonó a las tres de la mañana, despertándome con el tono de llamada. Tracé la cobija perezosamente hasta que el estridente objeto estaba contra mi oído.
"Hola," murmuré, con los ojos aún cerrados.
"¿Harry?" Lo escuché murmurar.
"¿Quién es?" Pregunté, asustado por el tono de voz.
"Soy yo," susurró, y yo me contuve de soltar que eso no ayudaba.
Volví a revisar el identificador de llamadas, entrecerrando los ojos por la brillante pantalla, antes de hablarle.
"¿Lou? ¿Está todo bien?" Pregunté inmediatamente, preguntándome si lo había picado una medusa de nuevo, ya que yo solo parecía tener uso cuando eso pasaba.
Ouch, Styles, ¿resentido?
"Sí," contestó, "no..."
"¿Qué está mal?" Pregunté, tallándome los ojos, "¿qué pasó?"
"Estoy molesto," agregó, no siendo de ayuda.
Esperé pacientemente a que continuara. Había extrañado su voz. Podía escuchar su laboriosa respiración y sus ligeros sollozos al otro lado de la línea. Eso hizo que mi corazón doliera. Todo el sueño abandonó mi cuerpo.
"Te extra—yo—" tartamudeó.
"Te extraño, Lou," ofrecí, ayudándolo.
"Yo también te extraño," dijo de inmediato, "te extraño. No puedo dormir bien sin ti."
Sonreí ante la repetición y resplandecí ante la confesión. Me dijo que no era el único que pasaba horas contando ovejas y otros animales antes de dormir.
"Dos días más," dije alegremente, "entonces estaremos todos juntos de nuevo."
"¿Compartiremos cama?" Preguntó débilmente.
"Sí, lo haremos. Si eso quieres. Lo que tú quieras," intenté no sonar muy emocionado.
"No puedo esperar a salir de aquí," admitió.
"¿Por qué, amor?" Pregunté, arrepintiéndome automáticamente del apodo cariñoso.
Louis lo ignoró o no le importó, "las cosas no están yendo bien con Hannah."
¿Hannah?
"¿Mi novia?" Agregó, y me di cuenta de que había pensado en voz alta.
"Cierto," solté, "cierto, sí, ya recuerdo."
Recordé haber decidido olvidarlo. Hannah, la chica de casa con la que salía, la que él mencionaba extrañar de vez en cuando, la razón por la que no podía acostarse con chicas españolas o traer chicas a casa, su novia, su probablemente atractiva novia, con la que tenía fotos en Facebook y otros lugares, porque eso es lo que las novias y novios hacen—
"¿Harry?"
La que pudo reclamarlo y llamarlo y gustarle y abrazarlo y besarlo—besarlo, oh, cielos, debería sentirme mal—
"¿Harry?"
Hannah. Hannah. Hannah. La que él ama—¡ama!
"¿Hazza?"
"Mhmm," murmuré, "estoy seguro de que todo estará bien pronto."
Sonaba falso incluso para mis propios oídos. Lo escuché suspirar al otro lado de la línea antes de soltar un 'sí'. Estuvimos al teléfono un poco más, silenciosos y confundidos. Se había vuelto incómodo de nuevo y comencé a frustrarme. No sabía qué era lo que él quería de mí. Y luego recordé.
"¿Lou?"
"¿Sí?" Respondió, su tono agudo y lleno de esperanza, como si no hubiese esperado oír mi voz y estuviera feliz de hacerlo.
"Mi cama se siente vacía sin ti. Te quiero entre mis brazos de nuevo, bebé."
Lo escuché jadear, antes de que yo colgara con una sonrisa. Recordé que intentó ponerme celoso. Quería que peleara por él. Quería que yo fuera agresivo. Y esa noche me di cuenta de que, si eso significaba que al final él era mío y solo mío, podría tener lo que quisiera de mí. Tendría todo y más. Lo haría mío y él amaría eso.
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Fetus | Larry Stylinson | Jayme Dray - Traducción oficial
Fanfiction"Él tenía una voz chillona, un horrible corte de cabello, el cuerpo de una chica de trece años y la mente de un chico de trece años. ¿Qué tenía para siquiera enamorarse de él?" Historia original de Jayme Dray, el autor de Confessions of a Gay Disney...