39. Make Lemons Into Lemonade

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39. Make Lemons Into Lemonade

Bien, lo siento, por el último capítulo, bueno, el final. Lo siento por ese mal final y este malo libro en realidad. Lo siento por todo, por todo lo que les estoy haciendo ahora, por destruir todas sus esperanzas, por fallar a sus expectativas. Realmente lo siento.

Pero regresemos a esa noche, porque esa noche no fue triste. Fue graciosa y memorable.

"No deberías quererlo," susurró contra mis labios mientras yo me inclinaba.

"Pues qué mal entonces," respondí, besándolo y callando sus protestas.

"No debería quererlo," admitió él, mirándome a los ojos.

Sus manos se deslizaron por mi torso, adentrándose en cada curva de músculo. Sus ojos se cerraron, su rostro arrugándose por completo con frustración contenida. Lo miré con asombro mientras se quebraba justo frente a mis ojos para ser testigos. Reveló su mayor inseguridad esa noche. Me dijo que nunca me aceptaría como su novio si él no podía aceptarse como un chico que quería un novio.

"No quiero. No quiero. No quiero," siguió repitiendo contra mis labios con ráfagas de culpa mientras sus manos exploraban mi cuerpo, acariciando mis dudas.

Con cada robótica confesión, su voz se hacía más temblorosa y sus manos más atrevidas. Se atragantó cuando sus dedos encontraron mi ombligo, siseó cuando tocaron los hoyuelos sobre mi trasero y sollozó cuando se deslizaron a la parte delantera de mi bóxer, apenas rozando el interior del elástico.

Sus ojos estuvieron cerrados todo el tiempo, por lo que no podía ver mi reacción mientras palidecí, perdido. Me mantuve quieto para dejarlo terminar su ritual, principalmente porque estaba congelado por el asombro y no podía comenzar a pensar en una respuesta. Él obviamente no había llegado a un acuerdo con su decisión—no estaría listo pronto. La lucha en su rostro me asombró, forzándome a mantener mi posición sobre su cuerpo a pesar de la creciente necesidad de moverme sobre él, rozarle la pierna o besarlo bajo la barbilla. Pero sus necesidades venían antes de las mías y mi placer no podía ser priorizado sobre el suyo si él no lo estaba disfrutando. No supe cómo hacerlo más sencillo para él. Me sentía muy impotente. Solo podía desear.

Sus ojos se abrieron para encontrarse con los míos de nuevo. Miré miedo nadando en ellos. Escanearon mi rostro antes de caer entre nuestros cuerpos. Me flexioné automáticamente, pensando que me estaba mirando, pero su mirada se detuvo en otra parte. Me sonrojé y, para confirmar mi sospecha, deslizó tímidamente una mano hacia el obvio bulto dentro de su bóxer que le dijo que, a pesar de lo que estaba diciendo, él estaba excitado, muy excitado por mí. Se agarró por encima de la tensada tela, sus dedos enroscándose alrededor de su endurecido miembro. No sé quién siseó más alto entonces. Yo me mordí el labio; él mordió el suyo, gruñendo.

"¡Mierda!" Maldijo en derrota, "no. Mierda."

Sus ojos parpadearon rápidamente, húmedos y culpables. Raramente lo había visto tan fuera de control. Él estaba absolutamente abatido consigo mismo, ante su falta de compostura, ante sus devastadoras realidades. Él se sentía dolido y, en el momento, yo quise aligerar su dolor de cualquier forma que pudiera, así que fui en piloto automático.

"Estás bien, bebé. Eres perfecto. Estás haciendo todo bien. Esto está bien. Siempre estará bien," susurré, besando su piel, acariciando sus hendiduras y pinchando los abultamientos.

"Harry," su voz cayó en mi oído como una oración, "Harry... Harry... Harry..."

Mi mano quitó la suya, reemplazándola con la mía. Lo toqué cuidadosamente con dedos temblorosos. Por mi titubeo, habrían pensado que nunca había tocado uno. Yo estaba genuinamente sorprendido por la cantidad de calor que podía transmitir el frágil material de su bóxer.

Louis me miró con asombro mudo. Su boca se abrió, cuestionando. Su aterrada mirada me hizo pensar que me golpearía en la cara en cualquier momento. Lentamente guíe su--su cosa para que estuviera posicionado verticalmente contra su estómago, plegado en su cinturilla, un poco de la cabeza asomándose inocentemente para guiñarme, tan suave y rosado y húmedo.

"¡Harry!" Jadeó, asombrado, y de nuevo me preparé para el golpe.

Pero la manera en que sus caderas se alzaron hacia mi mano contó una historia diferente. Mi estómago estalló en llamas, quemando y girando. Yo había comenzado a jadear, quizá a hiperventilar. Me encontré casi tan congelado como él lo estaba, estómago tenso, piernas temblorosas. Nos miramos el uno al otro.

"¿Qué..." se atragantó, confundido, perdiendo el hilo.

No podía soportar la manera en que estábamos pausados en el espacio como una pareja de lunáticos. La habitación se sentía tan caliente que consideré desmayarme. Por miedo, perseguí el primer pensamiento que pasó por mi mente. Me puse en cuatro, con la mirada aún enfocada en sus ojos sumamente abiertos. No tenía ni idea de hacia dónde estaba yendo, ni lo que haría una vez que llegara. Mis labios tocaron el material de su bóxer. Louis soltó un ruido estrangulado que sorprendió e hizo que lo mirara. Luego, honestamente no sé mucho de lo que sucedió. Caos realmente.

Su miembro se contrajo contra mi boca bajo el abrasador material de su bóxer ajustado. Se levantó un poco de la cama, moviéndose debajo de mí. Noté entonces lo mucho que mi pequeño amigo dolía, completamente duro contra mi muslo. No tuve tiempo de meditar mucho, porque lo siguiente que supe fue que un fluido blanco y pegajoso cayó sobre todo mi rostro, caliente contra mis mejillas, haciendo que mis ojos picaran.

Me alejé, agotado y en pánico, quejándome. Louis se veía absolutamente mortificado con el más profundo tono rojo que podría imaginar. Mis manos volaron a mi cara, con la intención de limpiar la sustancia que lastimaba mis ojos, para poder ver bien de nuevo. En mi lucha, me senté demasiado rápido, demasiado pronto, demasiado alto. Mi cabeza golpeó contra la cama de arriba. Aullé de dolor.

"¡Harry!" Soltó Louis débilmente.

"¡¿Qué mierda está pasando?!" Gritó Zayn, saltando de su cama.

Gimoteé, agarrándome la cabeza. Liam se removió en sus cobijas, tallando sus ojos, soñoliento.

"Estoy bien. Ouch. ¡Estoy bien!" Me apresuré a decir, "accidente... ah, menor."

"¿Qué pasó?" Preguntó Zayn, con un tono un poco menos preocupado una vez que recordó dónde estaba.

"Básicamente me abrí el cráneo con esta cama hija de—" tomé un gran respiro, "con esta cama. Estoy bien. Viviré. Pero duele."

Debajo de mí, más allá de mi mirada borrosa, Louis comenzó a reír tan fuerte que podía escucharlo jadeando por aire. Resoplé y eso solo hizo que riera más. Me rendí en eso de controlarme. Me le uní, riendo como un pequeño colegial. Los chicos solo tuvieron energía suficiente para reír antes de volver a dormirse con insultos murmurados. Pero Louis y yo no podíamos parar sin importar lo mucho que nuestro estómago dolía. Nos retorcimos en la cama, con las manos en la boca, lágrimas, ambos rojos y conmocionados.

No podía creer lo que había pasado, pero estaba muy ocupado bromeando sobre eso como para que me importara. De alguna manera, el acto de completa idiotez había quebrado la barrera de incomodidad que nos había separado previamente. Nos había unido porque dejó claro que ninguno de los dos sabía en lo que se estaba metiendo. Ambos estábamos perdidos, inseguros; ambos éramos nuevos en esto. De repente estuvo bien ser vulnerable, saber que ambos estábamos en la misma página. Podíamos hacer esto juntos, tropezar inevitablemente en el camino, pero despejarlo al mismo tiempo.

"Déjame ver, idiota," murmuró Louis junto a mí con una sonrisa.

Sus manos acariciaron mis rizos, tocando el chichón que se estaba formando en la base de mi cabeza. Le sonreí con las mejillas sonrojadas. Su mano se deslizó a mi cuello y me atrajo hacia él hasta que nuestras narices se tocaron. Me incliné por un beso que él estuvo listo para dar.

"Lo siento," susurré en medio de nuestros secos besos.

"No lo sientas—" picoteó mis labios, "quiero que lo hagas de nuevo... bueno, algunas partes."

Resoplé con vergüenza, rodando los ojos. Sus ojos azul bebé se suavizaron con divertido cariño y supe que debí estar asustado de cómo cada parpadeo de sus largas pestañas hizo a mi corazón saltar, pero todo lo que sentí fue éxtasis. No podía esperar por lo que fuera que viniera después, incluso si no era más que un acantilado con un corazón roto al fondo.

Fetus | Larry Stylinson | Jayme Dray - Traducción oficialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora