17. Make Me Miss Mondays

88 14 3
                                    

17. Make Me Miss Mondays

Louis se acercó a mí menos de media hora después, luego de que la mesa hubiera sido acomodada. Al principio no quería escucharlo. No quería pelear más. Quería algo de espacio, así que me estaba preparando para salir a dar una vuelta solo. Él insistió en unirse a pesar de que no lo dejé. Me siguió al pueblo, intentando encontrar mi mirada mientras yo lo ignoraba abiertamente. Era extraño de ver incluso para las personas a nuestro alrededor.

Los primeros veinte minutos, realmente lo desprecié por estar ahí. Su presencia me mantuvo estresado cuando lo único que quería era un respiro. Necesitaba estar solo, gritar, llorar, y él estaba siempre ahí, así que no pude. No pude dejarlo salir frente a él porque estaba muy asustado. Pero él estaba en la casa y en mi habitación y justo ahí a mi lado. Quería estar enfadado.

"¿Me odias ahora?" Preguntó cautelosamente cuando me detuve para sentarme en una banca.

"No, pero desearía que fueras a casa," contesté cortante.

"Sé que crucé la línea—" empezó, mirando hacia abajo.

"Déjame solo," insistí, sintiéndome más frustrado.

"Harr—"

"Ve a casa," insití.

"Harry, estoy intentando—" siguió diciendo.

"¡Déjalo, maldita sea!" Escupí, "déjalo estar. Déjalo ir. Déjame tener un momento solo. ¿Es eso mucho pedir?"

Fue tomado por sorpresa por mi inesperada maldición en mi limpio vocabulario. Sus ojos destellaron de dolor. Supe que lo había atacado igual de mal como él a m en el comedor. Había cobrado mi venganza, ¿pero por qué quería más? ¿Por qué quería seguir siendo un idiota cruel? Quizá porque sentí que él había hecho más que señalar los dos sí y el no.

"Vete," le dije, mirando y señalando hacia la casa, "ve."

"Quiero quedarme aquí—" dijo, aún obstinado.

"Y siempre consigues lo que quieres," murmuré, volteando hacia otro lado, pero no a tiempo.

Aún pude ver la manera en la que frunció el ceño, como si hubiese sido golpeado. Me miró, realmente enojado. Él ya no era más culpable. Sobrepasé ese punto. Ahora lo estaba atacando por el placer de herirlo y no era más su culpa. Era mi problema por resolver. No quería pelear más con él porque, a pesar de lo mucho que me había lastimado, yo no podía hacerle lo mismo a él. Parecía que él ya se había convertido en mi debilidad.

"Eso no es justo, Harry," murmuró, herido.

"Por favor, vete," intenté, luchando por mantenerme enojado cuando él se miraba tan indefenso.

"Solo quiero hablar—" suplicó, incesante.

"No ahora," gruñí, "no. Ahora."

"Pero—"

"Louis, por favor," supliqué, levantándome y caminando como un loco, "por favor."

Caminé a paso rápido. Al principio, él no me siguió, así que pensé que se había rendido. El alivio fue agridulce. Pero él apareció junto a mí de nuevo, muy abruptamente. Ya había comenzado a perderme en mi mente, así que tener sus ojos azules en mi periferia fue inesperado. Me sobresalté, pero él lo ignoró, tomando mi mano para detenerme de nuevo. Quise quejarme, pero me contuve.

"¿Hablaremos cuando vuelvas?" preguntó.

Dudé, viendo su rostro abiertamente por primera vez. Se miraba preocupado y resignado. No era una buena vista. Era una que no quería volver a verle nunca más. Bajó la mirada cuando notó que lo estaba analizando. Fue entonces cuando noté el bizarro cambio en nuestra dinámica de poder. De repente yo tuve el control. Él tenía miedo de perderme a .

"Sí," suspiré, aún asombrado.

Su cabello cayó sobre sus ojos para escudarlo de mí. Durante un segundo después de mi respuesta, él hizo una pausa. Mordió su labio, pensando, observando el pavimento. No pude evitarlo. Tenía que salvarlo. Pude seguir enojado, hacerle creer que se equivocó. Pude haberle enseñado una lección, ¿pero eso en qué me convertía?

Yo era su amigo. Soy su amigo, incluso ahora, cuatro años y una relación después. Siempre lo seré y, como su amigo, es mi responsabilidad perdonarlo, hacerlo feliz, levantarlo, no dejarlo caer. ¿Por qué querría lastimar a alguien que estaba ya muy herido, que los demás se aseguraban de pisotear? ¿Por qué lo hice llorar cuando había visto cómo lucían sus lágrimas? ¿Por qué lo amaría menos de lo que lo hice aquél primer día en que me perdonó por entrar a su vida, vomitando su camiseta y haciéndolo quererme?

"Lo haremos, lo prometo," dije suavemente, quitando el cabello de su rostro solo para que él lo volviera a dejar igual.

Se estaba escondiendo.

"Yo—" dudó, "lo... lo siento, Harry."

Me abrazó.

"No quise decirlo así. Estaba siendo un idiota y soy la razón de que todo eso haya pasado. Y fue estúpido. No sé qué está mal conmigo. Soy afortunado de tener esto y solo lo estoy jodiendo—" divagó, su rostro en mi hombro, sus brazos alrededor de mi cuello, "quiero la banda. Quiero estar en una banda. No puedo hacerlo solo."

"Lou," susurré para callarlo, "está bien."

Siempre estaba bien.

"Realmente lo siento," repitió.

Estaba enganchado a mí tan fuerte que no tuve el corazón para alejarlo. Eso es lo que me dije—así es como excusaba el hecho de que no solo lo dejé quedarse, sino que lo apreté contra mi pecho con una necesidad febril. Había dudas en mi cabeza, emociones en mi corazón, espasmos en mi cuerpo. Aun así, estaba feliz y esa fugaz dicha lo conquistó todo.

Él me da eso, mi Louis. Él es el único y, sin eso, de alguna manera sigo quieto en mi lugar, mientras el tiempo vuela, imperturbable, como lo ha hecho durante los últimos cuatro meses, cuando él aún tenía que mirarme propiamente. Él produjo esta catarsis tan pronto que olvide cómo conseguirlo por mí—quizá perdí la habilidad para todo. Y cómo lo quiero de regreso. Ya no quiero depender de él. No quiero esperar por alguien que parece estar harto de mí. No quiero estar deprimido sobre el pasado porque, si continúo así, no tendré un futuro.

Él no regresó a casa ese día porque no lo dejé hacerlo. Cuando se alejó, dándome una última mirada, tomé su mano y lo arrastré conmigo los siguientes pasos. La sonrisa que me dio hizo que valiera la pena. Sus ojos se miraban genuinamente sorprendidos.

Amaba eso de él. Amaba que siempre parecía sorprenderse de todo el poder que tenía sobre mí. Amaba que, sin importar lo mucho que lo necesitaba a pesar de las peleas, él nunca parecía acostumbrarse a lo que eso significaba en términos de irse o quedarse. Nunca predijo algo que era absolutamente obvio para todos los demás, que yo haría cualquier cosa por él, lo que fuera, todo.

"Tengo una idea para la canción," dijo de repente, con iniciativa, mientras caminábamos por la calle.

"¿En serio?" Pregunté, interesado.

No me importaba el silencio, pero este era un detalle que esperaba saliera a discusión pronto.

"¿Se lo dirás tú a la banda?" Propuso.

"¿Por qué?"

"Les gustará más si tú lo dices," dijo Louis, encogiéndose de hombros, "tú eres nuestro—"

"Tú deberías decirlo, Lou. Es algo para todos nosotros," interrumpí, frunciendo el ceño.

No respondió. Lo detuve y le di una mirada significativa. Él dudó antes de suspirar.

"Después de hoy, estoy seguro de que les encantará," susurró resignado.

"Todos estamos sintiendo la presión," lo consolé, "todos queremos estrangularnos entre nosotros a este punto. Es normal estar inquietos. Lo resolveremos."

Él rio y yo sonreí, al verlo iluminarse.

"Tal vez deberíamos salir," sugirió.

Estuve de acuerdo. Louis estaba en lo correcto en eso. El aire fresco nos haría bien. Pero se equivocó al pensar que eso disminuiría la frustración, bueno, al menos, no en la manera en que creímos que lo haría.

Fetus | Larry Stylinson | Jayme Dray - Traducción oficialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora