38. Make A Life Lie
Al día siguiente, Louis me arrastró afuera con un frustrante juego de atrapadas que terminó con nosotros estampados contra muchas puertas durante el camino. Supe que traía algo entre manos cuando me despertó de mi siesta vespertina, sus ojos brillando con una alegría infantil. El beanie estaba en su cabeza y tenía la chamarra puesta. Saltó repetidamente en nuestra cama, apurándome a despertar. La sonrisa traviesa en su rostro hizo que sintiera mariposas en el estómago.
Pronto me di cuenta de que sonreír con él se hizo automático. Si él estaba sonriendo, yo también lo hacía. Si él estaba feliz, era difícil que yo encontrara razones para estar molesto. Y si lo contrario ocurría, yo sufría con él.
El día que habló con sus hermanas después de un largo periodo de descanso, sus ojos se humedecieron y los míos se nublaron al verlo tartamudear. Sostuve su mano entre las mías mientras él presionaba el teléfono contra su oreja y yo posaba mis labios en su cuello. Pasamos el resto del día hablando entre las sábanas, sin ánimos para bromas o videos. Por mucho que Louis insistiera en que me entretuviera en algo y lo dejara dormir, me rehusaba a dejarlo ahí. Una parte de mí quería estar ahí para él, la otra sabía bien que no podría tener la misma diversión sabiendo que él estaba triste. Noté con inquietud lo mucho que nuestras emociones estaban en sincronía.
A pesar de mi cansancio esa tarde, me levanté, poniéndome un suéter sin siquiera cambiarme el pantalón. Louis me miró en silencio todo el tiempo y yo quería hacerle preguntas desesperadamente. Cuando miró que ya estaba listo, me dio una ligera bofetada y me dijo que yo 'era todo'. A pesar de que inicialmente me sorprendí, reí, yendo detrás de él. Pronto estábamos caminando por los pasillos, yendo hacia la parte trasera del edificio, donde habíamos construido nuestro nido, donde sabíamos que debíamos encontrarnos cuando uno enviaba un mensaje y el otro estaba ensayando.
No diría que lo atrapé cuando llegamos a nuestro destino. Él me dejó atraparlo, dándome una pequeña sonrisa mientras lo acunaba entre mis brazos y lo llevaba hacia la pared. Mis piernas quemaban y mis respiraciones eran cortas, pero la adrenalina de lo que estábamos por hacer me ayudaba a ignorar esos pequeños problemas.
A diez minutos de estar besándonos y tocándonos, noté que él estaba temblando. Debimos tomar una decisión entre tocarnos más íntimamente o estar arropados con nuestras chamarras. Claramente tomamos la decisión mala, viendo cómo mis dedos estaban congelados contra sus erizados pezones. La chamarra había sido desabrochada en el encuentro y Louis disfrutaba demasiado mi toque como para abrocharla de nuevo.
Lo arrastré hacia a dentro, ignorando sus quejas, cuando sentí sus labios temblando contra los míos. Y entonces, el jardín trasero fue vetado también y tierras seguras estaban siendo eliminadas como mala hierba--buena metáfora, ¿eh? Creo que me he hecho mejor desde el principio ahora que estamos llegando al final, pero no lloren aún. Sigo aquí por ahora, con ustedes, así que quédense conmigo.
Liam nos dio una mirada preocupada cuando regresamos, riendo y bromeando, pero no habló—estaba demasiado avergonzado para intentarlo. Sus ojos chocolate se tornaron suplicantes cuando se encontraron con los míos y, de no haber sido por la manera en que Louis me llevó a la cama, me habría disculpado, lloriqueado, le hubiera advertido, ¡cualquier cosa!
No hubiera dejado que viera abajo incómodamente. No habría puesto una cara de indiferencia. Quizá hubiera dicho algo de lo que luego me habría arrepentido. La culpa quemaba mi cuerpo, mezclándose de manera no favorable con la emoción de una manera muy similar a las náuseas. Los secretos duelen. Los secretos quieren lastimar porque quieren salir, desaparecer en el aire, y uno los mantiene como esclavos en la mente.
"¿Qué deberíamos decirles?" Le susurré a Louis ya entrada la noche, cuando estábamos acurrucados bajo las cobijas.
Él me miró pensativo, apretando los labios y parpadeando muy lento. Arrugué la frente para mostrarle mi preocupación. Podía escuchar a los demás respirando en sincronía, profundamente dormidos.
"Nada," respondió finalmente, diciendo lo que más me temía.
"No podemos dejarlos en la oscuridad así," dije con tranquilidad, "Lou..."
"Pero no podemos decirles," murmuró Louis, "Harry, no van a entender. Diablos, yo no lo entiendo. Tenemos qué esperar... tenemos qué esperar para entenderlo primero."
Comencé a asentir instintivamente antes de detenerme, sacudiendo la cabeza a la par de su persuasiva voz.
"Pero quizá ellos puedan entender. Tal vez ellos puedan ayudarnos a entender. No tenemos qué hacerlo solos. Pueden estar con nosotros, detrás de nosotros. Quizá ellos lo hagan mejor. Nosotros aún no sabemos—ellos son nuestros amigos, nuestros mejores amigos, familia," divagué con desesperación.
Su mano me empujó gentilmente de regreso a la almohada, para estar frente a frente. No me di cuenta de haberme levantado con entusiasmo hasta que él hizo un movimiento para regresarme a la realidad.
"Yo no—" dije, perdiendo el hilo ante sus labios acercándose, "no puedo seguir haciendo esto por mucho tiempo."
Su pulgar acarició mi mejilla, sus ojos brillando con la luz de la luna. Lo escuché tragar. También escuché el suspiro tembloroso que le siguió. Su mano tembló momentáneamente contra mi piel antes de controlarse.
"¿No puedes hacer qué?" Preguntó tensamente, "¿Nosotros o ellos?"
Y supe entonces que ahí había una decisión precisa qué tomar, nosotros o ellos. Pude verlo en sus azules y esperanzados ojos. Si quería mantener a Louis, entonces tenía qué mentir. Si no podía seguir mintiendo, lo perdía. Estúpidamente simple, realmente—dolorosamente simple.
Mi mano tomó la suya de mi rostro y la apretó contra mis labios, como para esconder mi siguiente declaración, porque era demasiado para cualquiera de los dos. Podía sentir el sudor formándose entre nuestras manos ante los nervios de que la discusión era efectivamente conmovedora. Él se rio levemente, para poder pretender que estaba tranquilo, pero yo sabía por la manera en que su estómago se endureció, que estaba con la guardia alta. Yo habría pensado que él sabía que no debía esconderse de mí a ese punto.
"No importa..." dudé, de repente aterrado y luego inquietantemente calmado, "no importa... quiero esto..."
Su respiración se dificultó como si tuviera hipo. Besé su mano, mis labios frunciéndose contra la suave piel. Mis ojos se agrandaron con sinceridad mientras miraba sus mejillas, sus ojos dilatados, la manera en que su cabello acariciaba su nariz arrugada y el destello de su lengua mientras humedecía sus labios repetidamente, preguntándose si debía estar listo, cuestionando mi dilema con todo su ser.
"Haré lo que sea necesario," prometí de una vez por todas.
Y esa, mis queridos fans, fue probablemente la más sincera declaración que he hecho en mis cortos diecinueve años de vida. Haré lo que sea necesario—dejaré todo en la línea por esto—lucharé y me haré miserable, mentiré, arañaré, morderé, gritaré, sacrificaré, rogaré por esto. Seré arrastrado por el suelo, encerrado en una habitación, forzado a estar con una chica al azar, para llorar, para sonreír, para posar, para pretender, vivir una mentira, vivir en el infierno, vivir sin vivir por esto—por ti, Louis. Te hice esa promesa aquella noche—jodidamente dije la verdad—yo—yo—y tú—tú—maldito seas.
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Fetus | Larry Stylinson | Jayme Dray - Traducción oficial
Fanfiction"Él tenía una voz chillona, un horrible corte de cabello, el cuerpo de una chica de trece años y la mente de un chico de trece años. ¿Qué tenía para siquiera enamorarse de él?" Historia original de Jayme Dray, el autor de Confessions of a Gay Disney...