Capítulo sesenta y cinco.

13.9K 1K 296
                                    

Parte dos.

Tragué saliva y mis manos tiritaron junto con mis piernas, una corriente eléctrica muy conocida para mi me recorrió la médula espinal, sentía que me desmayaría en cualquier momento.

Todos se iban del lugar, y Michael comenzó a gritar desconsolado cuando vio el cadaver de Viana.

—¡Pedazo de mierda!—gritó hacia Cameron, a la vez que los oficiales de policía terminaban de colocarle unas cuantas esposas—, ¡Desde que naciste supe que eso eras, un pedazo de mierda, una miseria!

Observé a Cameron, carraspeó y apretó sus puños.

—¿Qué has dicho?

—¡No eres nada más que una pequeña versión de mi, más rota pero menos cruel!

—¡Cállate, cállate!—le gritó, intentando acercarse.

—¡Lo único bueno de tu existencia es darme
un propósito para joderte la vida! ¡Mírate, estás totalmente solo! ¿Realmente crees que Leah te perdonará lo que has hecho? ¡Estarás solo el resto de tu vida!

Mi pulso se aceleró al escucharlo nombrarme.

—¡No la nombres, no te atrevas a hablar sobre Leah! —le gritó Cameron, perdiendo completamente la compostura al ver que su padre dirigía su mirada hacia mi.

Michael me observó y mi mandíbula tembló de terror. Si ese hombre era capaz de torturar a su hijo, no quería imaginar qué seria capaz de hacerle a los demás.

—Sé que crees lo peor de mi, pero él esta mucho más oxidado que yo—me susurró, y el dolor se reflejó en el rostro de Cameron—, no te hundas con él.

—Irás donde siempre perteneciste Michael—le dijo, mirándolo con un odio que quemaba—, te pudrirás en la cárcel.

Michael rió con maldad.

—Tu nunca serás más de lo que yo he sido—murmuró—, siempre serás un bastardo. Un pedazo de mierda que nadie quiere. Has sido una decepción desde el día que naciste y lo serás hasta el día que mueras. ¡Mira cuánto te ha costado atraparme!—dijo, con una sonrisa radiante y observándome—, acabar con tu pasado acabó con tu futuro.

Cameron intentó acercarse más pero los oficiales no se lo permitieron, su mandíbula apretada y su respiración acelerada me indicaban lo enfadado y dolido que debía estar.

Al final, él era su padre.

Y por algo Michael seguía vivo. Si Cameron hubiese querido, le hubiera disparado y lo hubiera asesinado.

Pero no lo hizo. No pudo hacerlo.

—¡Cállate!—le gritó—, seré mucho mejor que tú, seré mucho mejor de lo que podrás intentar ser.

—Lo he perdido todo, y tu también—habló—, al menos tenemos eso en común, hijo.

—Eres el peor ser humano que he podido conocer, Michael. Y prometo que mi hijo te tendrá todo lo que yo no, le daré todo lo que tú no me diste, todo lo que me negaste y todo lo que hiciste conmigo será solo un mal recuerdo.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora