Capítulo doce.

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DIRÍGETE A MI HISTORIA «HEY EMMA», PARA SABER MÁS ACERCA DE ESTA HISTORIA.

¿Las personas nacen malas, o simplemente un día deciden serlo?

Era la pregunta que me había estado haciendo hace días, ¿Cameron siempre había sido de esta manera? ¿O la vida lo había vuelto así?

Hace dos días habíamos llegado a la casa, y no había tenido ningún tipo de contacto con él, era como si después del problema que tuvimos en la casa de su hermano el me soportaba cada vez menos. Y no sabía si yo y mi miedo lo evitaban, o era él el que lo hacía a causa de su odio contra mi. Un odio sin explicación alguna, un odio que no tenía sentido.

Porque no habíamos coincidido en ninguno de estos días, y yo realmente necesitaba hablar con él.

Sólo sabía que llegaba tarde, como a las once de la noche, cansado como la mierda y pasaba directamente a su habitación, para luego levantarse a las seis de la mañana, ir a hacer ejercicio, e irse luego una hora más tarde a la que era seguramente su oficina.

Necesitaba ir a vera mi madre, ya eran más de dos semanas sin verla y sin tener noticias recientes de ella, todo a causa de Cameron.

Y ya no podía aguantar más, no podía.

Eran las diez cuarenta y cinco de la noche, y estaba sentada en un sofá, como una pequeña a la espera de sus padres luego del trabajo. Parecía poseída, sabía que mi aspecto en este momento no era el mejor, me dolía la cabeza por la migraña, y no había logrado dormir bien. La angustia al no saber de mi madre me estaba matando, y necesitaba decírselo a Cameron.

Porque sabía que no era la única, ella debía de estar muy preocupada también, sabía que me necesitaba, podía intuirlo. Ella y yo siempre habíamos tenido ese tipo de conexión, y estaba segura que estaba preocupada por mi.

Y aquello me tenía muy mal.

—One: Don't pick up the phone, you know he's only callin' 'cause he's drunk and alone, Two: Don't let him in you'll have to kick him out again, Three: Don't be his friend you know you're gonna wake up in his bed in the morning and if you're under him, you ain't gettin' over him, i got new rules i ... ¡Jesús!

Viana, ahí estaba ella. La chica llevaba un buzo color rosa palo con azul, parecía estar trapeando los últimos retoques del fino piso de la mansión de Cameron, parecía sorprendida de verme. Hasta aterrada, diría yo. Verla en ese estado, me recordó cómo actuaba yo antes de toda esta locura, sí, de la misma manera en la que ella lo hacía, era muy feliz y cantaba por doquier.

Ahora ya no lo hacía más.

—¡Perdón, perdón señorita!—me dijo, a la vez que agachaba la cabeza pidiéndome disculpas. La miré.

—Me llamo Leah, y no tienes que pedirme disculpas por nada—le dije sonriendo—, por cierto, me gusta mucho Dua Lipa.

—Lo siento, Satanas nos dijo que no podíamos hablar con usted—murmuró cabizbaja, y con pesar de una forma muy apurada, seguramente sin darse cuenta de sus palabras. Reí al instante por su torpeza.

—¿Satanás?—le dije, riendo. Ella levantó la cabeza y el color carmesí subió a su rostro.

—¡Mierda! Perdón señorita, ¡Mierda, dije mierda! —dijo, colocándose la mano en la cabeza en señal de reproche—, perdóneme, las groserías se me salen, y perdón por el apodo, sólo se me ha salido y se me ha ocurrido, no es como si todo el personal le diga así, ¡Claro que no!—dijo, otra vez demasiado rápido y nerviosa.

Le sonreí para intentar calmarla.

—Viana, no te aterres por Dios—le dije, compasiva, ella me miró como si no lo creyera —, ni siquiera yo soporto demasiado a Cameron, con ustedes es un capullo y teneis toda la razón del mundo para odiarlo. Es realmente muy comprensible.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora