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Mis manos temblorosas tomaron la taza de té, las imágenes no se borraban de mi mente. El cuerpo de Steve sin vida era algo que yo jamás quitaría de mi memoria, definitivamente, todos estábamos de acuerdo en que aquel hombre tan honorable no merecía la muerte. Para nada.
La imagen que tenía de Cameron tampoco se quitaría.
Verlo destrozado, tan débil y pequeño, con lágrimas en el rostro y la mirada perdida había sido muy doloroso. Podría contar cada detalle desde que supe de su desaparición, y es que yo siempre supe que se dirigían hasta la celda de Michael.
Steve me había mandado un mensaje al llegar a esta, y luego de las horas más desesperantes de mi vida al ver la cámara de seguridad de la cárcel y darme cuenta que Martha se los había llevado, acudí a Michael. Él conocía muy bien a esa mujer, y me dio la dirección de la casa a donde él pensó que podría llevar a Cameron.
Y ahí estaba.
Tan débil, repleto de lágrimas y de sangre. Se veía diminuto, como si necesitaba que lo cuidasen por el resto de su vida.
Y eso era lo que yo quería, cuidarlo por el resto de mi vida.
Abrí la puerta de la habitación, habían pasado cuarenta y ocho horas desde lo sucedido, Cameron aún no podía hablar del todo. El dolor lo estaba consumiendo con cada hora que pasaba, no dormía, porque en cuanto cerraba los ojos las pesadillas empezaban. Estaba pálido, y a pesar de que su pierna se veía mucho mejor, él no lo estaba.
Y trataba de entenderlo, pero nunca podría.
Él había estado durante más de quince horas con dos cadáveres. Los cuales eran su madre y su hermano, quienes se habían asesinado entre ellos.
¿Quién podría superar eso?
Mónica decía que tuviera mucha paciencia, que Cameron podría tener un estrés post-traumático severo y que con la ayuda de un psiquiatra todo mejoraría. Pero no estaba tan segura. Su mirada ya no era la misma, algo había cambiado dentro de él, ahora que jamás volvería a ser igual.
Qué cruel habían sido con él, que injusto había sido todo para Cameron, ni siquiera me podía poner a pensar cómo se debe de sentir. Parecía confundido, como si áun no terminaba de asimilar las cosa que había pasado. Y es que él pensaba que máximo habían pasado dos horas, cuando en realidad estuvo desaparecido por casi un día completo.
La autopsia había revelado que Steve había muerto por un paro cardiorrespiratorio una hora después de que Martha le hubiese disparado.
Cameron lo había visto todo, y había estado encerrado y amarrado con ellos durante horas, viendo la sangre correr y la carne pudrirse.
Y yo deseaba llorar, porque sabía que nada de lo que dijera o hiciera lo ayudaría, no esta vez.
—¿Te vestirás?—susurré, entregándole el saco que siempre usaba—, el funeral es en media hora.