Capítulo veinticuatro.

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—Voy a hacerte desaparecer, Lilith.

Me sobresalté de imprevisto, mis manos temblaron por un segundo y creí que un leve mareo me había recorrido.

Colton me miró extrañado, sus ojos estaban sorprendidos y su mano se tendió sobre mi espalda.

—Hey, ¿Que sucede contigo?—murmuró este en mi oído.

Observé a mi alrededor, los disfraces de mis compañeros de clase estaban sobre sus cuerpos, el teatro de la escuela era maravilloso, casi sacado de una película. Digno de admirar, obviamente contaban con el apoyo monetario para poseerlo.

Si yo no tuviera las calificaciones que tenía, ni en un millón de años habría estado en este lugar.  Solamente la matrícula costaba todo el sueldo de mi madre.

Le sonreí por lo bajo a Colton, estábamos en Teatro, hace un tiempo todos los chicos de la clase habían tenido que escribir una obra sobre un tema que les gustara, y la mejor escrita sería elegida para llevarla a cabo en el fin del semestre escolar.

Obviamente, la obra fue la mía.

Y qué horrible era tener que revivir mi propio papel en la casa de Cameron,mis propias frases, mis propia vida. ¿Acaso no podía ser mas incómodo y doloroso?

Literalmente, estaba reviviendo cada momento que viví a su lado, era desesperante

—Estoy bien—le dije—. Profesor, estoy un poco mareada. El profesor calvo y algo robusto me observó, luego bajó la mirada a su reloj de muñeca y me indicó con las manos que podía retirarme unos minutos.

Por dios, ¿Cómo pude ser tan tonta de escribir algo como eso? ¡Jamás pense que elegirían exactamente el mío! Podrían haber elegido el del chico pelirrojo, Zack. Hizo sus trabajo en base a los vampiros, o inclusive el trabajo de Colton estaba mejor, la obsesión que este traía con Harry Potter era digna de admirar, y representar su escrito había sido maravilloso.

Pero no.

El profesor había elegido mi obra, en donde una chica llamada Lilith sufre constantes abusos por parte de un hombre sumamente poderoso, llamado Camrik. Claro, cualquier parecido con la realidad era mera coincidencia.

El estreno de la obra era hoy, y estaba demasiado nerviosa como para poder persar. Me dolía muchísmo el estómago.

—¡Excelente trabajo escribiendo una obra como esa!—me gritó Camille, una compañera de la clase en cuanto me vio salir del teatro.

No fui capaz de responderle, me limité a dedicarle una sonrisa y a intentar evitar las inmensas ganas de llorar que tenía en estos minutos. ¿Por qué debí encariñarme con alguien así?

Suspiré, entrando en el baño y mirándome en el espejo de este. Había pasado ya tiempo desde que Cameron y yo no existíamos. Y mentiría si dijera que no dolía cada paso.

De Viana no podría decir lo mismo, se había convertido en demasiado para mi. Y ella lo sabía; puesto que no había dejado de hablarle desde que salí de ese lugar con el corazón en mi mano.

Y aunque Viana había estado unos días sin responder mis mensajes, suponía que estuviera demasiado ocupada para hacerlo; trabajar con Cameron era algo de tiempo completo, no era fácil y yo lo entendía mas que nadie.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora