Capitulo sesenta y nueve

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les presento a las hermanas Hamilton. 🖤

Parte dos

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Parte dos.

Cameron tejía pequeños círculos en mi espalda mientras sus manos apretaban mi cuerpo. Sonreí con fuerza y escondí mi cabeza en su pecho. Estaba radiante, feliz como hace mucho tiempo no lo estaba.

—¿Estás feliz?—susurró, besando mi cabeza. Asentí y lo observé—, ¿Y por qué?

—¿Acaso no es obvio?—dije, trazando finas líneas por su pecho. Cameron se irguió de hombros, necesitando escuchar mi respuesta.— Porque al fin estoy completa. ¿Tú?—le dije.

Él miró el techo de la oficina y mordió sus labios con fuerza.

—Nada en especial. Sólo que te he visto reír.

—¿Me has visto qué?—pregunté, sonriendo y apoyándome en su pecho, lo miré a los ojos—, ¿Y por qué?

—Creo que verte reír me parece un maravilloso motivo para ser feliz.

Tragué saliva y me aferré a su cuerpo, besé su boca con lentitud, deseando que el momento jamás terminara y el tiempo se detuviera. Que los minutos fueran horas, porque no quería que el tiempo avanzara, no lo sentía avanzar.

Observé los ojos grises de Cameron. Esos ojos que tantas veces me habían hecho llorar, y me habían hecho sentir miserable, eran los mismos que podían hacerme ma persona más feliz de todo universo.

Irónico, ¿Verdad?

Irónico y extraño. Era la única forma que se me ocurría para poder describir el amor que yo y Cameron teníamos, era algo tan salvaje y bestial, pero a la vez tan frágil. Y era tanto, tanto amor y deseo que sabía que tarde o temprano me consumiría.

Pero ya no me importaba quemarme, no si era él quien me recibía en el infierno.

De pequeña soñaba con enamorarme de
un ángel, una persona dulce y bondadosa que me ayudara a encontrarle el sentido a mi vida. Y lo había logrado.

Pero no era un simple ángel. Me había enamorado de un ángel y caído, uno muy imperfecto y lleno de cicatrices, lleno de temores y furias que no sabía cómo controlar.

Pero no me interesaba.

Había sufrido tanto los últimos meses sin él a mi lado, que no podía pensar en la idea de volver a perderme por nada del mundo.

—¿En qué piensas?—habló derrapente, acariciando mi cabello.

—En que siempre supe que eras un villano— susurré-—Pero definitivamente no el de mi historia.

Cameron tragó saliva y se sentó en el sofá junto a mi.

—¿Realmente crees eso?—susurró, con un brillo en sus ojos que pocas veces habitaba en él.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora