Capítulo cincuenta y cinco.

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55.

Cerré el libro con fuerza, la verdad, estaba demasiado enfadada con Ethan Wate por abandonar a Lena. Hace ya dos semanas que había comenzado a leer la saga Dieciséis Lunas, y se había vuelto una de mis favoritas.

Mi teléfono comenzó a sonar y me levanté a contestarlo, algo bastante tedioso. Todo me causaba pereza, levantarme, caminar, existir.

El nombre de Jack Black se encontraba en él, sonreí por inercia. Jack se había transformado en una persona muy importante en mi vida. Cuidaba de mi, de mi madre, y se preocupaba por mis sentimientos siempre. Los últimos dos meses me había demostrado ser una de esas personas que necesito en mi vida para siempre, era honesto y gentil, además de ser un caballero. Todo lo que cualquier mujer quería de un hombre.

¿Que si sentía algo por el? No lo sabía. Lo que sí sabía era que mi amor por Cameron no había cesado, estaba tan vivo como el primer día. Y vivir con él solo hacía la tortura más lenta.

Lamentablemente no podía darme el lujo de escapar o esconderme, sabia que el me encontraría en cualquier lugar.

—¿Si?—dije, a través del celular. Me senté en la cama de mi nueva habitación y esperé que me respondiera.

La suave voz de Jack habló a través de la otra línea.

—Te tengo una sorpresa—dijo, tomando una bocanada de aire.

—¿De verdad?—hablé, emocionándome bastante.

—¿Recuerdas que ayer me dijiste que necesitabas comer ZÜRI GSCHNÄTZLETS?

Sonreí para mis adentros. Esta comida era típica de Suiza y una de mis favoritas, porque está conformado por muchos tipos de alimentos: carne, champiñón, vino. El resultado es un plato de carne con una crema de champiñones y vino muy apetecible y típico de la ciudad de Zúrich.

Mi madre solía cocinarlo cuando era más pequeña, recuerdo que cuando recibía el sueldo de su trabajo se tomaba la molestia de comprar los ingredientes y hacerlo ella misma luego de la huida de mi padre. Solía hacerme sentir mejor.

Y ahora  con el embarazo, era algo que realmente necesitaba comer. No sabía si era producto del antojo tan característico de las embarazadas, o si era debido a la tristeza que arrastraba estos días.

—No me digas que me has comprado un platillo.

—Mejor—susurró—, tu madre lo ha cocinado para ti y me ha hecho venir a dejártelo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Ultimamente todo me estaba afectando demasiado , y la lejanía de mi madre era un factor muy grande.
La veía unas veces por semana, pero no estaba acostumbrada a ello. A tenerla lejos y saber que ella estaba enfada conmigo.

Y aunque Cameron le había ofrecido vivir con nosotros muchas veces, su respuesta siempre se remontaba a un rotundo no. Ella ahora estaba con Jack, vivía junto a él y eso era algo por lo que siempre estaría agradecida.

Jack cuidaba de mi madre, la acompañaba y me visitaban cada vez que podían.

Mis pies descalzos ya se encontraban en las escaleras de la casa, bajé rápidamente estas y al llegar a la puerta me di cuenta que había una pequeña chaqueta aterciopelada color azul en el sofá. Fruncí en ceño, no era mía y dudaba que Viana o alguna empleada hubiera dejado su ropa en un lugar que Cameron pudiera ver.

Caminé hasta la puerta, pasando por la oficina de Cameron. Sabía que usualmente a esta hora no se encontraba en casa, pero la luz estaba encendida y habían voces en la habitación.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora