Capítulo sesenta.

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Muchas gracias por todos sus lindos mensajes! les recuerdo que comenzaré a hacer directos vía instagram contestando sus preguntas! mi instagram es: feel.myhearth 🥰

Muchas muchas gracias por todo su amor, y lamento la poca actualización. Estoy con la cabeza en otra parte y cuando escribo de esta manera creo que los capítulos no quedan bien, de todas formas, gracias por esperarme siempre. Os quiero!

Muerte. ¿Que era la muerte? No lo había tenido muy claro hasta ahora. El dolor agobiante de la pérdida y en sentimiento de soledad me estaba dejando sin ganas de querer vivir.

La muerte de Cameron había acabado conmigo, en todos los aspectos en los que puedes acabar con una persona. Como si él al irse, me hubiera llevado con él.

Un agujero en mi corazón que jamás volvería a llenarse, porque ahí era donde el pertenecía.

La compañía de mi madre había sido de eficaz a tormentosa, no podía hacer absolutamente nada sin que ella tuviera sus ojos en mi, y con la ayuda de Jack habían transformado mi vida en una especie de reality show. Yo ya no pensaba, no actuaba, no hablaba sin que alguno de los dos interviniera antes para reprocharme por la manera en cómo lo hacía.

—¿Señorita ?—susurró la chica nueva de la cocina, el reemplazo de Viana.

Mi mirada pasó del atardecer hasta ella, realizó una mueca. Sabía que no me encontraba en el mejor de mis aspectos.

Tenía ocho meses y tres semanas, mi rostro ojeroso mis labios resecos y mi cabello enmarañado asustarían a cualquier persona. Fuera de mi rostro, que parecía que acababa de asesinar a una persona.

—Qué quieres—murmuré, odiándome por comportarme de la peor forma con gente que no tenía absolutamente nada que ver con mi dolor.

Pero no sabía qué hacer con todo el remolino que había dentro de mi alma. No tenía escapatoria, ahora era otra persona. Todo en mi había cambiado. El dolor me había transformado en estos dos meses en una persona arisca, de poca personalidad, e incluso bravucona.

No quería hablar con nadie, no quería que nadie reventara mi burbuja.

Ahí había entendido que Cameron no era un desgraciado porque no sintiera nada, era porque sentía demasiado.

Al igual que yo, estaba tan llena de rabia y rencor que no era capaz de tratar a nadie bien, y tampoco quería la lástima de nadie, Simplemente quería que me dejaran en paz, que me dejaran hundirme al lado del amor de mi vida.

—La buscan abajo—susurró la chica.

Al igual como susurraba Viana, la chica que asesinó al amor de mi vida justo frente a mis ojos.

—No tengo ganas de ver a nadie—contesté, tomando asiento otra vez. Ella asintió.

—Es la madre del señor Cameron, que en paz descanse.

Mordí mi le gua y apreté con fuerza el barandal de la silla, nadie en esta casa se atrevía a mencionarlo. Mucho menos a la mujer que había iniciado con todo esto.

Tragué saliva y miré a la empleada.

—Lárgate de aquí—susurré. Ella asintió y corrió escaleras abajo.

Me miré al espejo y las lágrimas volvieron a salir de mis ojos. ¿Por qué, por qué me había dejado después de jurar no hacerlo nunca?

Tragué saliva y me limpié las lágrimas con fuerza excesiva, tomando un pequeño chandal y colocándomelo por encima de mis hombros. Até mi cabello en una coleta sin mucho ánimo y me determiné a bajar las escaleras con cuidado.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora