Capítulo tres.

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Y cerré los ojos para evitar llorar.

La habitación estaba casi vacía, los vecinos murmuraban cosas alrededor de la casa al ver a tanta gente sacando mis cosas y las de mi madre.

No quería llorar, no quería ser tan débil. Mi madre estaba enloquecida, se habían llevado todo, hasta el más mínimo plato, hasta la mas mínima cosa.

De pronto comenzó a llover, las gotas de agua caían sobre mi rostro confundiéndose con las lagrimas que habían comenzado a salir. Mi madre estaba sentada en la calle, parecía perdida.

No había lugar para refugiarse de la tormenta, estábamos en la calle, solitarias, sin ninguna oportunidad de salvación.

Y de pronto, de la noche a la mañana estábamos solas, completamente solas y sin importarle a nadie. Nadie haría nada por nosotras.

Todo era osuro, sombrío. Las calles parecían vacías y una sombre obscura parecía querer tender mi mano, levantarme.

Observé las suelas de mis zapatos y tirité, asustadiza me recargué sobre el muro del basural abandonado y le rogué no hacerme daño. La figura parecía tenebrosa, su forma era extraña, no común.

La sombra obscura sin preguntar y haciendo caso omiso a mis alejamientos me levantó de la mano abruptamente y me llevó con ella, mi madre gritaba desesperaba, nadie ayudó, nadie escuchó, nadie vio, nadie se dió cuenta (...)

Desperté sobresaltada, mi corazón latía con gran fuerza y mi respiración parecía no poder controlarse; observé a mi alrededor y aún era noche. Sólo había sido una pesadilla.

Miré a mi madre en la cama de al lado y dormía plácidamente, se le veía en paz, tan tranquila, tan serena que no me daban ganas de despertarla jamás.

Sequé el sudor de mi frente con las sábanas e intenté volver a conciliar el sueño.

Pero me costaba, muchísimo. Era de esas personas que luego de despertar, costaba muchísimo que volviera a dormirme. Eran las dos y media de la madrugada y al otro día tenía escuela, pero ya nada me interesaba.

La pesadilla sólo quería reflejar mi realidad, lo que sería de nosotras en unos dos días si yo no hacía algo al respecto.

El Sr. Joseph no se había comunicado conmigo, ni siquiera me había enviado un mensaje, nada. El encuentro había sido hace dos días y yo ya estaba desesperada, necesitaba conseguir ese dinero de alguna u otra forma.

Las insinuaciones que el me había hecho sin duda no eran las mejores, y tampoco su horrenda forma de adular mi cuerpo; pero necesitaba conseguir ese dinero antes de cuarenta y ocho horas.

Suspiré y pensé lo jodida que puede ser la vida; la mala suerte que tienen algunos y la buena que tienen otros. Era totalmente injusto estar viviendo esta situación cuando hay otros que les sobra lo que me falta; pero bueno, así es la vida.

La vida era injusta, y eso yo lo sabía mas que nadie.

***

Los ojos cafés de Nina me miraban con desdén, y Colton no dejaba de hacer preguntas acerca por qué estaba hablando con ellas. Y la verdad era que me sentía muchísimo mas relajada ahora, porque según Cristal, el Sr. Joseph había llamado para confirmar mi número telefónico, pues este dijo que el número era incorrecto. Dios, hasta para esas pequeñas cosas tenía mala suerte.

Las hermanas concretaron mi número y el Sr. Joseph prometió llamar antes de que anocheciera, obviamente ante las súplicas de Cristal sobre cómo mi vida estaba hecha un desastre, y cómo necesitaba el dinero.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora