Capítulo ochenta y uno.

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—¡Cam, ven aquí!—le dije al pequeño muchachito que corría por la playa, él me sonrió y caminó hasta hacia mi.

—¡Papá, mira esto!—me dijo, tomando una pequeña conchita de mar. Le sonreí y besé su cabeza.

—Es preciosa—susurré, mojando mis pies con el agua. Estaba nervioso, mi estómago gruñía.

—¿Crees que a mi mamá le guste?—me preguntó, yo le sonreí.

Cameron no estaba listo para saber la historia, no estaba listo aún para saber que Julie no era su madre, y que la suya había muerto hacía cinco años en una balacera.

No estaba listo para este mundo cruel, ni para sus verdades.

No aún.

—Yo creo que le encantará—le dije, con la voz cortada. Cameron me observó y me agaché junto a él.

—¿Podemos ir a ver a mi hermanita?—me dijo, con la voz dulce que siempre traía, lleno de felicidad y de amor—, ¡Me portaré bien papá!

Tragué fuerte, no sabía si Julie podía recibir visitas. Había entrado en trabajo de parto hacía más de dos horas, y a pesar de que yo no había se querido entrar, prometió avisarme apenas saliera del lugar.

No era algo contra ella, yo adoraba a Julie y siempre estaría agradecido con ella por todo lo que había hecho por mi. Pero simplemente no pude entrar con ella.

Cuando vi toda la sangre que escurrió cuando comenzaron sus contracciones me mareé y no pude seguir en ese lugar. No después de todo lo sucedido con Leah.

—¿Papá, podemos, po-de-mos?—me habló Cameron otra vez al no ver una respuesta de mi parte. Sonreí, ese niño era el niño más consentido de todo el universo.

—Cameron, iremos a conocer a tu hermana en unos minutos—le dije, checando mi celular y dándome cuenta del mensaje de Julie. "Ha salido todo bien".

Un suspiro me llenó el cuerpo de aire y el nerviosismo se frenó. Cameron se acercó a mi y miró el cielo estrellado a mi lado.

—¿Vas a amar a mi hermanita igual que a mi?

Una pregunta que definitivamente no esperaba, y que no estaba preparado para responder.

Ya amaba a esa niña, la adoraba. Pero era un amor totalmente diferente al que sentía por Cameron. Ni mayor ni menor, sólo diferente.

—Claro—susurré.

—¿Pero me dejarás de querer?

Sonreí, mirando al cielo.

—Yo daría mi vida por ti, Cameron Black. Te amo más que a nada en este mundo—le dije, y el pequeño de ojos grises me abrazó con fuerza.

—¿Todos tienen un papá tan genial como el mío?

Una mirada al pasado por unos segundos, quise decirle a mi hijo que no. Que no todos los padres eran buenos, y que él había cambiado al hombre más cruel de todo Suiza.

Que el hombre mas cruel, había cambiado desde que supo que él existía.

Y que la historia más cruel jamás contada, era la mía.

—No. Yo soy el mejor—le dije, y Cameron se largó a reír.

Las llamadas de Julie me alteraban, así que me dirigí hacia dentro de la clínica, por suerte sólo estaban a unas cuantas cuadras de mi ligar favorito con Cameron.

La puerta de la habitación 13 se abrió, un escalofrío me recorrió el cuerpo al recordar aquel número, pero mis pensamientos fueron invadidos por el llanto de un bebé dentro de ella.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora