Petrificus Totalus.

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Escuchaba música, tranquila, acostada en mi cama.

Pero...

—Quiero ser papá Zabat.—Escuche decir a Tom.

Mi corazón no existió, dejó de latir. Me pare de la cama, justo enfrente de él.

Qué bien que proseguía mi diciembre. Llevábamos apenas seis días de aquel mes.. idiota.

—¡Tom!.—Grité—¿Que?.—Arque una ceja, estaba confundida.

—Quiero ser padre Zabat, quiero tener un hijo y darle un padre digno a el..No como el bastardo que alguna vez llame padre.—Me observó—Quiero formar una familia contigo, Zabat.

Sentí una pizca de amor brotando por mi ser, mierda. Mis ojos se cristalizaron, iba a abrazar a Tom, pero no lo hice, acaricie su mejilla, su suave piel, y salí de mi habitación. 

Tal vez pasaron más de tres horas, y al día siguiente tenía clases, no iría.

Tres a.m y yo, una simple alma vagando sola por los extensos pasillos de mi hogar. Un lugar que llame hogar en tan solo tres meses, algo qué nunca había hecho antes.
Me dirigía a la sala comun, me hubiera perdido si no hubiera puesto en mi guión que conocía a la perfección el castillo. Y era de esperarse, Draco.

—Zorra.—Exclamó.

—¿Qué?.

—Hasta lo aceptas.—Se rio—¿Que haces a estas horas?.

—Paseaba.—Pase por al lado de el para seguir mi camino, pero el tenia otros planes.

Tomo mi mano y me jalo a el, estaba en un pans gris, con una camiseta blanca, dios. Y yo, todavía con la maldita falda y la corbata hecha mierda.

Por alguna extraña razón me cargó en el, provocando que mis piernas se enrollaran en su cintura.

—No te he dejado de pensar desde que me la dejaste parada.—Reclamó, idiota.

—Bajame.

—Estamos bien así.

Le sonreí, no quería bajar, pero lo tenía que hacer, le jale su rubia cabellera para atrás, a lo que se quejó y me bajo.

—No vuelvas a hacer eso.—Me apunto con su dedo índice.

—Me puedes decir que hace el Malfoyado a estas horas, ¿Aquí?.—Idiota, enserio le dije así, pensé.

Me quería reír, incluso lo hice, solté una carcajada y toqué mi frente.

—¿Como me llamaste?.—Se vio diva la manera en la que se me acercó.

—Malfoyado.—Repeti.

Hizo una mueca, una linda mueca, me observo y hablo.

—Mejor lárgate.

Ese era el Draco que conocía, le sonreí, me iba a quedar ya que no le haría caso, pero ya había dejado a Tom solo por mucho tiempo, tenía que enfrentarlo.

—Pudrete.—Me gire y camine.

  
                • • • • • • • • • •

Pasaron dos días, al fin viernes, y las anécdotas tristes con Tom ya no las contaría, ya saben que le dije en Tik Tok... se acabó, se acabó algo que nunca empezó, tremenda.

—¡Vete a la mierda!.—Grite.

Draco tenía la punta de su varita en mi garganta, nos amanecimos bravas.

—Prefiero que te vayas tu primero.—Respondió.

Las peleas en el gran comedor siempre eran en la entrada, no queríamos que los profesores nos dijeran algo, eramos unos perros, pero astutos.

Baby VexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora