Navidad.

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Cuándo me desperté eran las 7 a.m nunca creí en acostumbrarme a levantarme temprano.

—Muévete.—Empujé a Draco de mi lado, casi casi me asfixiaba.

—Pura mierda.—Respondió abrazándome más a él.

Sentí mariposas, ah, perra cursi.

—Malfoy.—Me reí.

—Sabes, tú eres la nueva Malfoy.—Me miró a los ojos.

Está vez me miró de una manera diferente, por el momento no había entendido lo que quería decir con eso, ¿A qué se refiere?, pensé. 

—¿Qué?—Arque una ceja.

—Desde la primera vez que me atreví a tocar tu cuerpo de una manera diferente, te convertiste en una Malfoy.—Estábamos acostados cara a cara.

Con el simple hecho de escuchar el apellido Malfoy en el mundo magico era pesado, ¿ahora ser catalogada como una? escalofríos me recorrieron, tanto anhelaba esto, que ahora que lo tenía me daba miedo.

¿La razón? El compromiso de estar con una persona, el querer a alguien tanto que en un punto se te olvide tu felicidad.

Me prometí no hacerlo, siempre era y seré yo primero, pero vine aquí por una razón, felicidad, amor y vida.

—¿Estás seguro qué quieres éso?—Tomé su rostro entre mis manos. Aún recuerdo cómo se sentía su piel cálida en ese momento.—Soy un maldito desastre impulsivo, que te podría romper la cara si me haces algo.—Me reí al igual que él.

—Que si quiero éso, te has visto ahora mismo, estás desnuda acostada en mí cama, y créeme, supe que pasaría esto cuando me apretaste las bolas aquel día, desde ahora eres mi maldito desastre.—Puta madre escalofríos.

—Te has visto a ti, no te importa que te lo vea incluso si hace frío.—Exclame, el soltó una carcajada ruidosa, de esas que  te convierten en sorda.

—¡Cállate!—Le grité.

—Maldita zorra, ven.—Me jalo a él haciendo que casi me le subiera encima, hizo eso para besarme.

Draco se puso ropa y había salido de la habitación, no sabia que haría, me puse a ver las cosas que tenía, la estantería con libros que habían al lado del escritorio era grande, buen lector que salió.

—Regresé.

—¿A dónde fuiste?

—Te traje tu valija, mejor agradece.—La puso en la cama y saco ropa de su armario.

—¿Alguien ya despertó?—Me acerque.

—Todavía no, Snape se tomó este día de vacaciones.—Cuando dijo eso me reí, me acorde de mi padre real, se levantaba muy tarde cuando era navidad.

Saque la ropa que me pondría, no sabia si con los Malfoy llegarían regalos, pero incluso así me arreglé.

Hasta el día de hoy el mejor regalo que tuve fue lo que había pasado con Draco, re naiz que estuvo. 

Me estaba haciendo el delineado mientras que él se seguía duchando, cada vez sentia que esto se parecía a una pareja de esposos, de esos estadounidenses.

—Me pasas una toalla.—Sacó la mano de la regadera.

—Ten.—Le lancé una, casi se le cae al agua.

Cabron cierra la llave, pensé. 

Me puse de puntitas y me acerqué más al espejo, estaba tratando de tener pulso, cuando Draco paso por detrás de mí hizo lo que cualquier mortal haría.
Nalgeo el culo.
El delineado me salió pal orto.

—Chingada madre pendejo.—El se me quedo viendo quieto, se cago.

—¿Qué es, pendejo?—Se puso a mi lado y me miró por el espejo, cuando dijo pendejo me reí fuerte.

—Es un apodo cariñoso.—Le guiñe el ojo por el reflejo. 

El le restó importancia y salió. 

Cuando bajamos estaba narcissa en la sala principal, ella siempre se veía bonita, vi que tenía dos regalos en sus manos.

—Buenos días.—Exclamo con voz dulce.

—Buenos días.—Dijimos al unísono.

Lucius estaba mirando hacia afuera por una ventana, y Snape estaba apenas entrando a la habitación.

—Señorita Zabat.—Ahh me dio un paro conchal que narcissa me dijera eso—. Este regaló es para usted.

Me emocioné.

—Gracias Sr. Narcissa.—Ella me sonrió.

El otro se lo dio a Draco.

Nos sentamos en un sillón y lo estábamos abriendo como niños pequeños, Draco tenía una sonrisa en su rostro, foto mental para toda la vida.

Mi regaló fue un vestido rojo pasión, así le digo yo, del pecho tenía poco encaje, no tenia mangas, era de los de hombro caído, del pecho era pegado pero cuando llegaba a la cintura se soltaba totalmente. Nunca había visto un vestido como ese, fue mágico.

—Muchas gracias.—Le di una sonrisa y ella me la regreso.

De con draco recibió un diario y una pluma con tinta, pensarán "que mal regalo", pero la manera en que sus ojos brillaban era diferente. Le gusto y no pudo ocultarlo.

Agradeció de una manera seria.

Prepárense que viene lo que paso con Goyle en el siguiente cap.





Baby VexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora