.Época Weasley.

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.Él inició.

Adiós Malfoy.

Adiós Amor mío.

Bien dicen que después de la tormenta hay tranquilidad, tan real, tan exquisita es ésa tranquilidad.

Ese placer de ya no escuchar los truenos o rayos provocados, simplemente paz.

—Tenemos un trató Zabat.—Fred tocó mi mejilla.

—Tranquila, seremos cautelosos.—George se puso en frente de mí.

—Éso es lo menos que quiero que sean.

Me sonrieron.

—No hay problema con que no camines, ¿verdad?

—Eso está sobrevalorado.—Quité el suéter de George. 

Estábamos en el baño abandonado, y no, no lo haríamos ahí, hicimos juegos para quitar los nervios. Bueno para yo quitarme mis nervios.

—Es hora de ir a tu habitación, princesa.—Me susurraron.

—Soy todo menos éso chicos.

Su sonrisa, la maldita sonrisa.

En el pasillo nos veían todos el como caminábamos tranquilamente, fue épico, Draco nos vio e ignoro, Tom dio su sonrisa cínica con su mirada asesina, Edmund estaba con Daphne, infeliz, Cedric coqueteando con alguien, el me guiño el ojo.

—Con ver ese trasero moverse ya me prendes.—Habló George, atrevido.

—Hormonal de mierda.—Toqué su entrepierna mientras caminábamos.

Dio un pequeño gemido. Maldito.

Nos vio Snape, nos vio caminar juntos por el pasillo y fruncio el ceño, dios, tremenda cagada me lleve.

Cuando llegamos a mi habitación me sentía con más nervios, más de los que tuve con Tom o Edmund o Tom y Draco, mis ovarios explotaron y simplemente no puedo explicar el como me hacían sentir.

Fred abrió la puerta en el momento en que estábamos enfrente de ésta y George me tomó de la espalda. Sentí su mano cálida y reí en mi interior.

—Sabran algo desde ahora, twins, cuando se meten conmigo no salen hasta que yo lo haga primero, estarán conscientes de eso, ¿cierto?—Giñe el ojo. Se miraron entre sí y sonrieron como nunca antes.

—Nunca estaríamos más de acuerdo con eso Monstruo.

—Porque ahora somos tus cazadores.—George se lamió el labio inferior.

Hijos de perra. Los quise.

Fred me cargó en él y me tiró en la cama, George rompió mi camiseta blanca con fuerza, maldita sea las venas se le marcaron y mis piernas temblaron.

Nos quitamos todo, se veían ansiosos tanto como yo me veía que no paraban de sonreír, lo primero que se hizo fue que Fred me acostó en la cama boca arriba, el lo que hizo fue empezar con un oral del más allá.

En cambió George se estaba dando cariños a el mismo.

—Vex, mierda.-Hablo Fred-.Sabes bien.—Se río en mi concha.

Dios, dios, dios.

Estaba nerviosa, mi abdomen siempre estaba contraído por todo lo que sentía en ese momento.

Me dio vuelta provocando que quedara en cuatro y George caminando a nosotros. Recé por mis piernas.

—Tan exquisita.

—Dejen de hablar, quien ira...—Sin previó aviso Fred lo metió.

Mis pies se curbaron y apreté las sábanas con demasiada fuerza que George exclamó de sorpresa.

Antes de decir algo sentí las manos de George agarrar mi cabello en una coleta, su abdomen era firme, delgado como a mi me gustaba, estaban buenos, demasiado. 

Fred se aferraba tanto a mi que hacía que lloriqueara.

Escuche un manotazo;

—Cálmate.—George le había pegado a Fred por estar de desesperado.

Cuando Fred se rió por el golpe hizo que entrara aún más, sentí escalofríos por mi caderas y ardor en mis labios.

Seguíamos, de nuevo no salían gemidos de mi boca porque George hacía que la tuviera llena.

Ellos soltaban uno que otro y se reían cuando veían que lloriqueara, dios.

Cambiaron de lugar.

Y si se lo preguntan en mi RD George la tenía más grande que Fred, solo un centímetro pero eso lo hacía suficiente para sentirlo aún más grande.

Cuando George entró sentí que ya no podía más, absolutamente todo a mi alrededor se sintió cansado, mis piernas se sentias pesadas y mi abdomen adolorido, pero aún así el placer era lo más exquisito que podía sentir.

Siguieron, supe que me quedarían moretones en las piernas y cintura por lo masoquista que fue Fred conmigo, me convertí en pasiva para ellos dos, muchas más de lo que alguna vez fui.

Princesa, en donde.—George se pegó a mi cuerpo, sentí su pecho en mi espalda y nuestra piel sudorosa era difícil de separarse.

—Donde desees.—Sonreí.

Escuche la risa de Fred y un apretón de cabello, hizo que me hundiera más en su amigo provocando la liberación de este.

Nos venimos al mismo tiempo, sentí lo caliente y el pálpito de George en mi interior, sentí como de mi boca escurrió  lo caliente que sacó Fred.

Estaba llena de los dos lados.

Caí a la cama sin fuerza, Fred me puso encima de el y George se acostó del otro lado, apenas podíamos respirar, lo único que se escuchaba en la habitación fueron nuestro cuerpos sonando en palmadas.

—Bienvenidos Weasley's, después de esto no pararán.—Me toque la frente.

—Bienvenida a la fábrica de invalidación.—Habló Fred.

Me reí como pude, casi me ahogo por todo el aire que me faltaba.

Nos quedamos dormidos, hubo una pequeña plática entre ellos mientras yo caía en sueño profundo.
Los gemelos aún no conocían todo de mí.

—Hermano.

—¿Si?—Respondio Fred en bajito.

—Ahora estamos con Vex, dile a Angelina.—Recuerdo que hubo un silencio. 

—Sí, lo sé, pero esto no es una relación George.

Fred puto.

—No, pero ella merece saber.—Escuché una risa de Fred.

—Tranquilo, le diré mañana.—Sentí alivió en mi interior de alguna manera.

—Bien, ya deja dormir.

Fred se rió.

Pendejo de mierda cállate el hocico que hay una inválida queriendo dormir. Casi le digo.

Bien, nos quedaremos en París de vacaciones. Disfruten la estadía aquí. 








Baby VexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora