Capítulo 7: Dos Cabezas

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—¡Ah! Eso dolió—el hombre yacía en el suelo adolorido, se sentó mientras cubría su cabeza con su palma, tratando de reprimir la jaqueca que traía—¿Qué fue lo que paso?—preguntó a la nada

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—¡Ah! Eso dolió—el hombre yacía en el suelo adolorido, se sentó mientras cubría su cabeza con su palma, tratando de reprimir la jaqueca que traía—¿Qué fue lo que paso?—preguntó a la nada. Se terminó de levantar, y una vez de pie, empezó a recordar los sucesos anteriores.


Momentos antes.


   Un sujeto iba a velocidad regular en su motocicleta por una de las múltiples carreteras que llevaban a Londres, en su mirada se notaba cierta preocupación, parecía estar buscando algo o a alguien.

<<¿Dónde podrá estar?>> sus pensamiento de ansiedad revoloteaban en su cabeza, mientras miraba a ambos lados de la carretera.

   El ambiente en el cual estaba conduciendo, parecía apocalíptico, el cielo nublado y grisáceo, el pavimento húmedo por la recién lluvia que azotó el lugar, a su vez perecía ser el único vehículo que transitaba aquel sitio, lo que hacia la situación aún más tétrica.

   Volvió a mirar a los lados del camino, viendo todo lo que estaba a su alrededor, carente de toda vitalidad. No parecía verle un final a aquel lugar, y mientras más lo observaba más incómodo se ponía.

   Giró su mirada de vuelta a la carretera, pero en el momento en que lo hizo, una corriente de aire frío y pesado recorrió su cuerpo, estrujando su ser en el asiento de su vehículo, y sin esperar, una luz blanca incandescente apareció frente a él, cegándolo por completo y por ende haciéndolo perder el control de la moto. No cayó, el vehículo solo se arrastró por el suelo y el hombre terminó rodando por el piso, evitando por mucha suerte un golpe crítico en su cuerpo. Cuando dejó de girar estaba aturdido y en cuanto recobró el sentido de la vista y de la orientación empezó a ponerse de pie.


Presente.


—¡Maldita sea!—habló sumamente frustrado y molesto. Fijó su vista a un lado y miró su motocicleta hecha pedazos unos metros más allá de él—¡Esto no puede ser!—ladeó sus ojos hacia lo que quedaba de la moto, mirando un maletín de metal—Por lo menos no le pasó nada a eso—habló aliviado. Dio tan solo dos pasos antes de detenerse en seco, notando algo que lo dejó anonadado—¡¿Pero, qué...!?—preguntó a la nada mientras se agachaba y ponía su mano en el suelo.

   Puso su palma en el piso, dándose cuenta que ya no era de pavimento si no de tierra seca. Sostuvo un puñado de arena, alzándola y dejándola caer con lentitud de vuelta al suelo. Se levantó de nuevo, empezó su andar en busca del maletín. Tomó el objeto, pero más irregularidades aparecieron frente a él.

—¿De dónde salió este bosque? Se suponía que esto era un campo abierto—Sus ojos agrandados se hicieron presentes en cuanto recitó esa oración—¿Y esta niebla...? No puedo ver nada.

Niebla del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora