Contó un total de dos ocasiones en la que pudo escapar de la situación a la cual fue sometido, pero el hecho de que la infiltración estaba saliendo a la perfección le daba a entender que la mejor opción era seguir.
El sectario nunca se dio cuenta de la jeringa que había cargado consigo todo el camino desde que lo sometió, no sabía en qué momento podría usarla, pero tenía una idea de lo que pasaría al usarla.
—Tres horas, veinticuatro minutos y treinta y dos segundos. Estoy herido, mugriento, cualquiera diría que estoy al borde del desmayo, pero he podido resistir todo este tiempo caminando en mi estado ¿No te parece increíble?
El hombre de la Secta no dijo nada, simplemente siguió mirando al frente. El camino continuó por un rato más, hasta que por fin llegaron a la salida del bosque.
—Camina—Clod empujó al agente y en cuanto éste miró de nuevo al frente, abrió los ojos por la sorpresa:
Era enorme, no sabría calcular con exactitud qué tanto, pero sin dudas era lo que él esperaba que fuera. El castillo de la Secta del Ángel Muerto se mostró ante él, una enorme estructura en la cual fácilmente te podrías perder en sus entrañas.
No dijo nada, aprisionado y sometido siguió caminando. Al avanzar vio que el enorme castillo estaba rodeado de un enorme precipicio y antes de éste, un arco que funcionaba como entrada, pero lo más peculiar era que en la punta del castillo había una especie de herradura donde se notaba que algo faltaba allí.
<<Allí es>> aseguró con una media sonrisa, luego volvió a ver el castillo con más seriedad <<parece que esto será más complicado de lo previsto>>.
En el momento en que cruzó el arco, una enorme pesadez lo invadió, se sintió deprimido por alguna razón, como si toda la esperanza se le hubiera escapado su cuerpo. Empezó a reparar más agitadamente.
—¿Ya te diste cuenta?—el agente castaño lo observó—Una persona con poder nunca dejará de querer más, la avaricia siempre estará en el corazón de todos. Es una realidad.
—Lo es—respondió ya un poco más calmado—de un millón de personas, novecientos noventa y nueve mil novecientos noventa son infectados por la avaricia y las ansias de poder, los otros diez pueden contrarrestar el mal de los otros, solo falta esperar a que aparezcan—la mirada del agente se tornó de odio y en un estado de ira pura-puedes atacarme con todo lo que quieras, pero aun así no serás capaz de detenerme.
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Niebla del Infierno
TerrorAquel que siente miedo no se convierte en cobarde, solo en humano, pero solo quien lo tenga y sigue a pesar de ello, va a ser el que sea digno de ser nombrado valiente. 🌀🌀🌀 Ke...