Capítulo 8: La Boca Maldita

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   Sus pupilas giraban en todas las direcciones, buscando otra imagen, pero no podía, era como si se repitiera sin cesar la infamia con cada ladeo de su cabeza: El pueblo había sido completamente masacrado

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   Sus pupilas giraban en todas las direcciones, buscando otra imagen, pero no podía, era como si se repitiera sin cesar la infamia con cada ladeo de su cabeza: El pueblo había sido completamente masacrado. Las personas, o lo que quedaba de ellas estaban por todo el lugar tiradas, asesinadas de formas inenarrables, con signos de tortura en todas ellas y con una expresión de dolor puro en sus rostros. Miembros arrancados con furia, estómagos abiertos con los órganos fuera de su lugar, rostros cuyos ojos y lengua fueron remplazados por oscuros agujeros vacíos e incluso cabezas que parecieron haber explotado como globos, pero lo que más resaltaba era que en cada cadáver había un escrito, hecho con una punta afilada, todos tenían impregnados en su pecho un nombre "Jon, Cortés, Vivian" no había ni uno que no lo tuviera.

   James empezó a recorrer el lugar pausadamente, la impresión en su rostro no se desvanecía, a la vez que una muy pesada furia crecía en él con cada segundo que miraba a su alrededor.

   Se percató de que la sangre que cubría los cadáveres estaba fresca, aún emanaba de los cuerpos, incluso algunos todavía disparaban pequeños chorros de sus heridas, dando a conocer que la masacre no había sido hace mucho.

   Cuando llegó al centro del pueblo, se paró justo en frente del desafortunado que tuvo el peor destino entre todas las víctimas: Era un hombre que entraba en lo cuarenta años, estaba empalado, sus pies en el aire, la barra de madera la habían clavado desde su recto y había salido por la boca. No tenía brazos, se los habían arrancado con hostilidad como a muchos de allí, y su estómago estaba abierto, dejando a la vista todos sus órganos que ladeaban en el aire con la ligera brisa que había. Como todos, tenía un nombre en su pecho, hecho con algún objeto cortante "Chris".

   Ya su impresión se había esfumado, ahora la ira era la emoción que predominaba su cuerpo. Era un agente de la M.I.C.P, estaba entrenado y sabía cómo controlar sus emociones, estaba enojado, pero nunca se dejaba llevar por esos sentidos en una situación como esta. No era la primera vez que veía estos escenarios, ya había presenciado cosas parecidas en múltiples misiones, y si no fuera porque tuvo entrenamiento tanto físico como psicológico, de seguro ya estaría muerto o loco.

   Rodeó el cuerpo, con intención de seguir su camino, pero de repente escuchó el inconfundible sonido de una persona caminando, se posicionó en dirección del ruido, notando una casa con la puerta echada abajo, destrozada, con pequeños pedazos que guindaban del soporte. Lo único distinguible de adentro era una profunda oscuridad. Los pasos eran pesados, James prestó suma atención a la cabaña, esperando la visibilidad de algún movimiento. Lo que él pensaba que era una persona poco a poco se dirigía a la entrada y en cuanto se mostró, James no se esperaba tan desagradable cosa.

Niebla del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora