Nueve años atrás.
Keyl Jaxon apenas había terminado ese forzoso entrenamiento especial de la Organización, le dieron una semana libre antes de empezar con su labor.
No iba a negar que era lo que necesitaba, durante todo el proceso de entrenamiento siempre sentía que estaba al borde de la muerte, los duros ejercicios y combates lo terminaban agobiando y a eso se suma las terapias que hacía con su nuevo líder.
Grandes frutos habían emergido de ese entrenamiento, por algo era especial, cuando terminó sentía que podía mover montañas, mas también sabía que si se dejaba influenciar por esos pensamiento de superioridad, nada de lo aprendido serviría y terminaría muerto quizás en su primera misión.
Más allá de eso, debido al trato que su líder Gill Proust le dio en cada sesión después de sus prácticas, ya todas sus inseguridades se habían esfumado casi por completo, ya no sentía esas sensaciones reprimida de odio, enojo y frustración por su escabroso pasado, ahora su mente era casi tan resistente como su cuerpo, pero a pesar de todo, había algo que en verdad todavía lo molestaba, aún le costaba confiar en las personas, su líder siempre le dijo que cambiara ese pensamiento, que la mayoría de las personas no son de fiar, pero que mantuviera a su vez el beneficio de la duda, era muy posible que en algún momento pudiera confiar en una persona incluso su propia vida.
Era su último día libre, estaba recostado mirando al techo con una mirada de pura molestia, estaba enojado, muy enojado, durante todo el tiempo que había estado allí él había planeado ser un agente solitario, no tener la ayuda de alguien, que de seguir lo único que haría sería estorbar, pero su líder le dio la noticia hace tan solo un día, ya no había discusión.
Por supuesto que intentó protestar, pero sabía de antemano que aquel hombre no se doblegaría, así que llegaron a un acuerdo: Si pasaba un mes y no se ponían de acuerdo él y su no deseado compañero, entonces permitiría que fuese un agente en solitario.
—Sea quien sea ese estúpido "compañero", espero que no tarde en desaparecer de mi puta vida—la palabras que disparó para sí mismo estuvieron cargadas de mucho odio y resentimiento.
ESTÁS LEYENDO
Niebla del Infierno
TerrorAquel que siente miedo no se convierte en cobarde, solo en humano, pero solo quien lo tenga y sigue a pesar de ello, va a ser el que sea digno de ser nombrado valiente. 🌀🌀🌀 Ke...