Prefacio

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En el año 1527

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En el año 1527.


—Esto no puede fallar—el hombre se mostró sumamente preocupado, su traje negro y máscara lo ocultaban, pero se le notaba en su voz, la cual era grave y ronca—llevamos ya doscientos años en esto, un solo fallo y será el fin de todo.

—Tranquiló mi compañero, estoy seguro que nuestros camaradas ya no deben tardar—respondió serenamente una segunda persona, él traía puesto el mismo tipo de traje, solo que él tenía un sombrero.

   Ambos se encontraban en una habitación bastante amplia, todo estaba en completa oscuridad y únicamente eran visibles unas velas que tan solo los alumbraban a ellos y a una mesa vieja, grande de madera que incluso tenía manchas secas de una sustancia roja.

—Cada día que pasa, cuestiono más tu liderazgo—respondió el hombre de la voz ronca acusatoriamente.

   Aquella plática fue interrumpida cuando de repente la puerta de la habitación se abre y otros tres individuos de vestimenta negra y máscaras entraron arrastrando un bulto que estaba amarrado con cadenas, éste se movía desesperadamente intentando liberarse.

   Los tres hombres se acercaron a la mesa y arrojaron el saco encima de ella. Se escuchó un gemir de dolor de aquel ser amarrado por el impacto, cosa que a aquellas personas les importaba poco.

—Desamárrenla, quítenle la ropa y encadénenla de nuevo a la mesa—ordenó el único hombre de negro que traía un sombrero.

   Los otros tipos de máscara tomaron el bulto y lo desamarraron, el cual reveló que era una joven mujer, quien estaba forcejeando inútilmente contra aquellos sujetos, intentando liberarse. Los tiranos terminaron por quitarle la ropa, dejándola solamente en sus prendas íntimas y encadenándola a la mesa, no podía gritar, intentaba, pero estaba amordazada y solo gemidos de miedo se escuchaban de ella.

   La persona del sombrero negro sacó una daga, cuya empuñadura estaba hecha de oro y plata, y ya estando al lado de la madera, viendo fijamente a la chica a través de su máscara le quitó el amarre que tenía en la boca y una vez hecho eso ella habló.

—Po... por... por favor, no—suplicaba ella con la voz temblorosa. Es sus ojos se veía absoluto terror al ver aquella máscara, a la vez que las lágrimas recorrían su cara.

   El hombre del sombrero levantó su mano y acarició levemente su cabeza, la chica sintió aquella mano fría recorrer su ser y el pánico que sentía se había duplicado.

   El líder acercó su rostro al de la mujer, ella pudo distinguir los ojos del secuestrador a través de esa máscara que traía y con una voz macabra él le habló.

—Nosotros no elegimos quién será el siguiente, solo ella lo decide. A cambio del poder que ella nos dio, nosotros tenemos que darle la vida que es atraída a este sitio desde afuera, y tristemente para ti, te tocó.

   El sociópata del sombrero negro retiró su rostro y levantó aquella daga. La chica en su desesperación se movía frenéticamente sobre la mesa, mientras lloraba y suplicaba por su vida.

—¡No... no... NO!—gritaba ella esperando compasión, pero ninguno de los hombres de negro y máscaras mostraban interés en sus suplicas y el filo del cuchillo terminó encajándose en su pecho.

   La puñalada dio directo en su corazón, la joven mujer agonizaba y jadeaba mientras miraba la máscara de su verdugo. Poco a poco su vista se nublaba, todos los presentes miraban la escena con neutralidad mientras las energías vitales de la víctima se desvanecían lentamente, hasta que finalmente sucumbió.

   La sangre recorría la madera al punto que empezó a gotear desde la orilla. El hombre del sombrero retiró el arma del cadáver, la limpió cuidadosamente con un trapo antes de proceder a retirarse.

—Terminamos por el momento—dijo satisfecho el líder antes de salir de la habitación.

   Los otros cuatro hombres de máscara hicieron lo mismo, uno a uno empezaron a salir de aquel cuarto, y antes de que saliera el sujeto de la voz ronca dijo.

—Otra mancha más adorna la mesa—sonreía de placer detrás de aquella máscara al ver el cuerpo sin vida que reposaba en aquel escritorio antes de retirarse de aquella cámara.

—Otra mancha más adorna la mesa—sonreía de placer detrás de aquella máscara al ver el cuerpo sin vida que reposaba en aquel escritorio antes de retirarse de aquella cámara

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En el presente.


   Un auto negro se detiene en frente de la biblioteca más grande de Londres, del vehículo salía un joven adulto de cabello rubio corto, ojos azul celeste, vestía una camisa de botones azul oscuro, unos pantalones negros y botas del mismo color. Es su cinturón tenía una funda con un arma y al lado de ésta una placa dorada con las letras "M.I.C.P".

   Aquel joven ingresó al lugar, saludó a la recepcionista y ésta le devolvió el saludo.

—¡Señor! No esperaba verlo aquí hoy—dijo la mujer.

—Eso lo sé, ya estaba de camino a una reunión fuera de la ciudad, así que de camino decidí pasar por aquí por un poco de entretenimiento literario—dijo serenamente el hombre con una leve sonrisa.

   El joven ya llevaba casi media hora buscando un libro que sea de su agrado, pero no podía encontrar algo relevante a su gusto.

   De repente escuchó la voz de una radio, la cual estaba repitiendo su nombre, intentando llamarlo.

Keyl... Keyl ¿Estás allí? —decía la voz en la radio.

   El hombre se dio cuenta y miró en su cinturón que era su radio comunicador de manos libres, dejó su búsqueda por un momento para tomar el llamado.

—Aquí Keyl Jaxon ¿Qué sucede?

Por el momento no hay inconvenientes, pero necesitaba comunicarme para saber si vas a estar puntual—dijo el sujeto en el aparato.

—Estaré allí en un par de horas, tranquilo James, estas reuniones son cada mes, no he faltado a ninguna—dijo sereno el rubio.

¿Traes todo?

—Llevo todo el armamento para la misión que se me vaya a asignar.

Bien, te veré aquí en unas horas entonces.

—Enterado, corto.

   Tras cortar la llamada Keyl volvió a su búsqueda de algún libro interesante. Por otro cuarto de hora buscó sin éxito, ya cansado estaba por marcharse del lugar, y fue cuando pasaba por uno de los estantes que vio un libro que resaltaba de los demás, se acercó, lo tomó y lo miró extrañado, puesto que nunca había visto ese libro en la biblioteca, pero a la vez lo vio intrigante e interesante. Decidió llevárselo, miró la portada y al igual que el libro en sí, el titulo lo dejó muy consternado:

<<Niebla del Infierno>>. 


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Niebla del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora