Aquel que siente miedo no se convierte en cobarde, solo en humano, pero solo quien lo tenga y sigue a pesar de ello, va a ser el que sea digno de ser nombrado valiente.
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Ke...
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Con suma pesadez recobraba la conciencia, gemía de dolor mientras la desorientación que traía poco a poco se desvanecía. Aún sentía la sangre recorrer el costado de su cabeza y la incomodidad que tenía por estar sometido a una silla hacía la situación más lúgubre.
James levantó la cabeza con cansancio, miró a todos lados, pero la basta oscuridad que yacía en la habitación no le ayudaba.
—Lo bueno es que el plan funcionó—afirmó entre quejidos de dolor mientras intentaba acomodarse.
No podía distinguir nada a su alrededor, luz no luz de una bombilla casi muerta era lo que tenía, pero ella fue suficiente para darse cuenta de que no estaba solo: Justo a su lado se hallaba otro joven también sometido, su cabeza baja, con la cara tapada con su pelo negro.
—Oye, oye, despierta—con dificultad empezó a hablarle y éste poco a poco comenzó a despertar.
Al estar completamente consciente, el sujeto comenzó a desesperarse, se movía rígidamente y con angustia, a la vez que los intentos de gritar eran ahogados por una la mordaza.
—¡Oye, oye! Cálmate—el sujeto al escuchar aquella voz, inmediatamente se giró al agente—se nota que no me serás de utilidad—se lamentó el agente.
Se escuchó una puerta abrirse a un costado, el sujeto amarrado comenzó a desesperarse de nuevo, más el agente encubierto no mostró ninguna turbación.
Lucy entró con una sonrisa casual, como si fuese un día común.
—Son dos ¡Son dos! Qué suerte la mía—soltó una carcajada de emoción.
—No me agrada el hecho de que estoy en una posición realmente incómoda en esta silla—declaró el castaño—pero al elegirme para ser secuestrado resalta tu buen gusto—le dijo a la chica con optimismo.
—No lo negaré, quisiera que me penetres y dejarte así castrado—la chica se relamió los labios con lujuria—no todos los días se ven chicos tan atractivos—se acercó a su rehén, dejando tan solo milímetros entre sus labios.
James soltó una risa antes de responderle.
—Lo siento, pero las doble caras, asesinas, psicópatas, no son mi tipo.