Solo la oscuridad se podía ver, no había nada más, el mundo en el cual se encontraba sumergido no parecía tener un fin, no había nada más, solo la nada, un inacabable negro que lo consumía con cada segundo que pasaba.
Poco a poco aquella oscuridad empezó a ser destruida por una luz incandescente, acompañada de un peculiar sonido "pi", que cada vez se hace más fuerte conforme el tiempo pasaba.
La oscuridad fue consumida por completo, ahora solo la luz incandescente era lo que dominaba, una luz blanca llena de vida y de esperanza.
Con lentitud todo comenzó a tomar forma, las paredes blancas, un techo alto, y un fuerte aroma a flores cerca.
—¿Qué... es esto?—dijo adolorido mientras intentaba levantarse, cosa que le fue imposible.
Keyl apenas estaba despertando, se sentía confundido, no sabía qué pasaba, su mente estaba revuelta, la confusión lo dominaba.
Intentó recordar, lo primero que le vino a la mente fue cómo el Ángel se desintegraba, más allá de eso, todo en su cabeza se mantenía oscuro.
Su conciencia volvió, estaba débil, pero despierto, al recorrer el lugar, logró tranquilizarse, estaba en una cama de hospital, conectado a diversas máquinas que lo monitoreaban.
—Terminó por fin entonces—dijo mirando al techo con una leve sonrisa.
En ese momento escuchó la puerta de la habitación abrirse, vio a una enfermera ingresar, ésta al ver que se encontraba consciente se sorprende, tirando su tableta y cubriéndose la boca.
—¡Increíble!—dijo anonadada mientras se acercaba con prisa a chequearlo.
Él no dijo nada, simplemente dejó que la chica hiciera su trabajo, cada pregunta que ella le hacía él solo respondía con la cabeza.
La enfermera salió del cuarto, pasaron unos minutos antes de que regresara con un doctor, éste se mostró sorprendido también al ver al joven despierto, al igual que la enfermera, también lo chequeó.
Fue lo mismo, Keyl dejaba que hiciera su trabajo mientras respondía con su cabeza a cada pregunta, estuvo así por unos minutos, hasta que escuchó unos pequeños toques a la puerta.
Al ver, Keyl no daba crédito a quien estaba viendo, abrió los ojos por completo y solo pudo pronunciar una palabra.
—¿Gill...?
—El mismo—dijo el hombre mientras se acercaba con una sonrisa de lado.
Tanto el doctor como la enfermera habían terminado sus labores, se retiraron, dejándolos solos. Gill tomó una silla, sentándose cerca de él.
—Y... ¿Cómo te sientes?—preguntó con calma.
—Vivo...-dijo, mirando su estado—creo...—el líder se carcajeó ante el comentario.
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Niebla del Infierno
HorrorAquel que siente miedo no se convierte en cobarde, solo en humano, pero solo quien lo tenga y sigue a pesar de ello, va a ser el que sea digno de ser nombrado valiente. 🌀🌀🌀 Ke...