Todo fue su culpa

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Isabella cayó de espaldas, el movimiento brusco había echo que se doblara el tobillo.

Celeste cayó al lado contrarió, tirada sobre el asfalto había perdido la conciencia por segundos, hasta que sintió un líquido caliente corriendo por su mejilla, quejándose toco su frente y sus dedos se mancharon de sangre roja carmesí fresca, con dificultad se incorporó, tenia los jeans rotos a la altura de las rodillas, se sacudió un poco, puso su mano en la frente para evitar el sangrado y corrió hacia la joven con la que había chocado.

Celeste cayó al lado contrarió, tirada sobre el asfalto había perdido la conciencia por segundos, hasta que sintió un líquido caliente corriendo por su mejilla, quejándose toco su frente y sus dedos se mancharon de sangre roja carmesí fresca, con ...

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— ¿Estás bien? — preguntó Celeste inocentemente sin darse cuenta de quién se trataba pues Isabella tenia la cabeza agachada mientras se agarraba el tobillo.

Isabella seguía tirada, ella no tenia ningún rasguño, solo el tobillo lastimado.

— Claro que no estoy bien, ¿no te das cuenta, sos tarada o qué? — dijo Isabella enojada

— Perdóname no te vi, ven te ayudo a levantarte — Celeste se agachó para ayudar a la joven, Isabella levantó la vista y Celeste pudo verle la cara al fin.

Ambas se llevaron una gran sorpresa

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Tomás, Cata y Martina estaban en la cocina de la casa de los Carrizo.

— Es muy noche y ya se tardó, ella nunca llega tarde — decía el anciano preocupado mientras corría una de las cortinas de la pequeña ventana de la puerta de la casa

— Bueno, a lo mejor se retraso, ya vera que no tarda en llegar — le dijo Cata mientras calentaba agua

— Sí Don Tomás, mi mamá tiene razón, además Nicolás la iba a ayudar, no se preocupe — dijo Martina para tranquilizar al abuelo

— Martina ....

— ¿Si mamá?

— Llama a Celeste para que nos diga porque se retraso y su abuelo esté tranquilo

Martina sacó su celular e hizo una llamada a Celeste, colgó y volvió a marcar bajo la mirada de ambos adultos

— No contesta, tiene el teléfono apagado — les informó la joven con un gesto

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— Yo a vos te conozco — dijo Isabella mirando los ojos chocolate de Celeste, — ¡Claro! vos sos la nenita torpe que me tiro el jugo en mi casa el otro día —

Celeste trago saliva

— Y tu eres la dueña de la casa en la que entrego

— ¡Ayudame! ¿ O te vas a quedar ahí parada? — le gritó Isabella

Celeste se agacho e Isabella paso una mano por el cuello de Celeste para apoyarse, con dificultar ambas se levantaron, pues Isabella era más alta y más que pesada que Celeste aunque solo había dos años de diferencia entre ellas.

— Con cuidado — decía adolorida la rubia

— Ya está — dijo Celeste logrando levantarse con Isabella apoyándose de ella

— ¿Sos tarada? — le grito Isabella en la cara

— Oye tranquila, no fue para tanto, sólo te lastimaste el pie, vas a estar bien

— ¿No fue para tanto? casi me matas, me destrozaste el tobillo — le gritaba

Celeste rodeo los ojos, pues Isabella estaba exagerando

— ¿Puedes caminar? — preguntó la niña

— No, no me puedo ni sostener ¿no ves?

— Te llevo a tu casa

Isabella soltó una risa irónica

— ¿En eso? — Isabella señaló la bicicleta

Celeste vio su bicicleta rota que estaba tirada aún en el asfalto

  — Está desecha, la generala me va a matar — susurró Celeste, — Bueno no importa, vamos —

Isabella volteo a verla con cara de rabia

— ¿Qué? — preguntó Celeste al ver la cara de Isabella

— Si, si sos tarada, te estoy diciendo que no puedo caminar — soltó Isabella

— Bueno, tu casa ya está cerca de aquí, yo te ayudo a caminar

— ¿Y vos podes caminar con eso en la frente? parece que se te va a salir el cerebro — se burló la rubia

Celeste asintió

— Estoy bien, vamos

Celeste tomó su mochila, Isabella se volvió a apoyar de ella de mala gana y ambas empezaron a caminar hacia la mansión.


En la mansión todos estaban reunidos en la sala, preocupados, seguían intentando llamar al celular de Isabella

— Ya fue suficiente, voy a llamar a la policía — dijo Macarena

Se levantó del sillón para acercarse a Lucía y le arrebató el teléfono de la casa de las manos, la mujer estaba marcando las teclas cuando sonó el timbre de la casa

Paula caminó hacia la puerta principal y al abrir entraron ambas niñas

— Señora, señor — grito Paula

Lucía y Gabriel que estaban en la sala corrieron al recibidor y respiraron aliviados al ver a Isabella entrar

Gabriel corrió hacia su hija para sostenerla, la joven tomó a su padre del cuello y Celeste descansó del peso de la joven.

— ¿Que te pasó mi amor, estás bien? — le preguntó su padre al verla sucia y con un pie tratando de sostenerse.

Lucía quien se había quedado parada, volteo y posó la mirada confundida sobre Celeste, la niña sintió la mirada y nerviosa miraba hacia otro lado

Lucía caminó hasta llegar a Isabella y su marido

— ¿Estás bien?— preguntó Lucía e Isabella asintió, — Vení — la joven también se apoyó de ella, ambos sostenían a Isabella.

Los tres caminaron hacia la sala, Celeste y Paula los siguieron, Macarena vio entrar a Isabella sostenida por sus padres.

— No va a ser necesario, mi sobrina ya está aquí, muchas gracias — terminó Macarena la llamada

Gabriel y Lucía con cuidado acomodaron en un sillón a Isabella mientras esta se quejaba.

Macarena se apresuró hacia la joven

— ¿Mi amor que te paso? mira como estás

Gabriel y Lucía estaban parados frente a Isabella

— Me duele mucho, no puedo caminar, todo fue culpa de ella — dijo Isabella soltando unas lagrimas falsas señalando a Celeste

Los tres adultos voltearon hacía Celeste que estaba a sus espaldas junto a Paula y la miraron fijamente

Celeste abrió sus enormes ojos cafés ante la mirada de Lucía, Gabriel, Macarena y Paula mientras Isabella se quejaba exageradamente.

Regresa a mis brazos... ❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora