Velero

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— ¡Celeste! — saludó Gabriel contento

— Hola señor — respondió Celeste timida

— ¿Como estás? — preguntó Gabriel sonriendo hacia la niña

— Bien, estoy bien

— ¿Y tu abuelo, esta bien?

— Si, él también esta bien, gracias

Lucia observaba atenta la conversación de ambos.

— ¿Que te trae por aquí? — el hombre preguntó amable, notaba a la niña nerviosa y quería hacerla sentir cómoda.

— Eh ........... Quería traerle algo — le respondió la niña, quien se quito la mochila de los hombros, la puso en el piso y sacó de ella un paquete. - Esto es para usted-

— ¿Para mi?

Celeste asintió con la cabeza

— Es por su cumpleaños, quería regalarle algo, bueno ........ mi abuelo y yo — le aseguró Celeste. — Es algo sencillo y .............. la verdad envolver regalos no se me da muy bien, así que perdón por la envoltura. —

Gabriel maravillado sonreía mientras tomaba el regalo que le estaba ofreciendo la niña.

— ¿Lo puedo abrir? — preguntó el hombre de ojos azules.

Celeste de nuevo asintió

— Es suyo

Gabriel rompió delicadamente una orilla del papel de regalo que cubría el objeto, al destaparlo por completo pudo ver un pequeño y hermoso velero, tallado en madera con velas blancas.

— Vi que le gustan los barcos, así que le compramos uno — sonrió la niña delicadamente, y era verdad, Gabriel tenia una colección de barcos en el despacho de la mansión, lo cual notó Celeste y lo registró en su memoria.

— Es hermoso linda, muchas gracias, te prometo que va a estar en un lugar especial en la colección — le aseguró el hombre agradecido

Lucía notó la felicidad en la cara de su marido y ella no pudo evitar sonreír también.

— No me agradezca, usted ha hecho mucho por mi abuelo y por mi — dijo ahora la niña, lo cual enterneció aún más a Gabriel.

— ¿Te puedo dar un abrazo? — preguntó

Celeste se sorprendió, no estaba tan acostumbrada a recibir afecto, aunque su abuelo era cariñoso no era lo mismo que un padre. La niña asintió, así que Gabriel cuidadosamente la abrazó paternalmente, lo cual era era raro para ella.


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— "Así se debe sentir tener un papá que te cuide" — pensaba la niña en su mente mientras sentía los cálidos brazos de Gabriel.

Lucía al ver esa escena no pudo evitar sonreír. 





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