Aveces el amor que nos da vida, es el que también nos la quita.

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El ligero rayo de sol que entraba por la ventana acarició la cara de Lucia, abrió los ojos lentamente; A lo lejos, mientras sus ojos se acostumbraran a la luz vio una silueta estática en la puerta, conforme sus pupilas despertaban también la imagen se esclareció, era Gabriel quien la observaba dormir parado desde la entrada.

— Buenos días mi amor — dijo Gabriel suavemente sin moverse de su posición

— Buenos días — respondió mientras se re acomodaba en la cama para sentarse

Gabriel se acercó, se sentó junto a ella, viéndose cara a cara, él tomó su mano y la beso, Lucia simplemente le lanzó una sonrisa cansada.

— Lucia ............. — dijo Gabriel

Ella sabia lo que venia, y realmente no estaba preparada para eso.

— Lo que pasó anoche, dime la verdad, era él, ¿no?, Walger es Diego Olivera — adivinó Gabriel

Lucia de nuevo se derrumbó, pero esta vez lagrimas silenciosas comenzaron a brotar de sus ojos castaños.

— Es él — fue lo único que pudo decir

Gabriel apretó el mentón y simplemente la abrazó

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Cata y Tomás estaban atónitos, mientras desayunaban Diego les había contado todo lo sucedido en la fiesta de anoche.

— Entonces, aquella joven de la que tanto estuviste enamorado y te dejó para casarse con otro, es la esposa del dueño de la empresa en la que trabajas — decia Cata desenmarañando la historia

— Así es Cata — le aseguró un Diego nostálgico

— Y además es la dueña de la casa en donde Celeste entrega delivery — continuó la mujer

Diego esta vez solo confirmó con la cabeza

— Dios mio — soltó Cata después de la confirmación de Diego

Tomás simplemente estaba tratando de entender toda la confusión, no sólo por lo que Diego les estaba contando, si no también por las sospechas que el anciano se había venido haciendo tiempo atrás.

— Y .... ¿Que te dijo?, ¿Hablaste con ella? — preguntaba Cata sin dar aún crédito a todo

— No, no pude, en cuanto me vio, salió corriendo de allí

Cata realmente estaba triste por Diego, se notaba en su expresión.

— Hijo — por fin dijo Don Tomás. — Tal vez te parezca imprudente, pero ........... ¿como fue tu historia con esa mujer? — se animó a preguntar Tomás

Diego suspiró

— La conocí cuando los dos éramos muy jovenes Don Tomás, bueno, en realidad la conozco desde que era niña — sonrió Diego con tristeza al recordar. — Todas las vacaciones ella y su familia iban a una casa de campo que era del padre de Lucia y yo me escondía en un árbol para verlos a ella y a su hermano jugar, después, pasaron los años, crecimos y un día yo me anime a hablarle y así comenzó todo.

Don Tomás lo escuchaba atento

— Jamás imagine que alguien como ella se fijaría en mi, pero lo hizo, nos hicimos novios, su padre era muy estricto así que salimos a escondidas por algún tiempo, pero yo le juro Don Tomás que quería hacer las cosas bien, la amaba, realmente la amaba, así que un día intenté hablar con su padre pero el él siempre se negó a aceptar mi relación con Lucia y ......... — Diego hizo una pausa, la herida aún no sanaba. — Y un día, de la nada, me enteré que se iba a casar — Diego tomó de nuevo una pausa para respirar. — La única explicación que me dejo fue una carta, en donde me decía que lo nuestro había sido un amor de verano y que yo no era suficiente para ella, que había encontrado a alguien que realmente la merecía. — Un par de lagrimas salieron lentamente de los ojos del hombre. — Yo me rompí, no sabia que hacer, yo juraba que me amaba como yo la amaba a ella, inclusive hablamos muchas veces de casarnos, de formar una familia cuando terminábamos la universidad, yo estaba dispuesto a luchar con quien fuera por ella, inclusive si eso implicaba hacerlo con su padre, pero .............. evidentemente nada de eso fue neceserario ya. —

Regresa a mis brazos... ❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora