Abrazo

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Celeste llegó a la casa de los Corrado, pedaleando a toda velocidad, estacionó su bicicleta y con dificultad cargó la caja de madera que llevaba en la canastilla con todo lo que habían encargado del huerto. 

— ¡Hola! — saludó en la cocina al entrar por la puerta de servicio, mientras batallaba con el peso de la caja 

— Hola Cel — le contestó Lucrecia mientras la alcanzaba para ayudarla con la caja

Todos se sorprendieron al ver a la niña entrar y Celeste lo notó 

— ¿Llegué en mal momento? — preguntó Celeste apenada al mirar las caras de sorprendidos de todos en la cocina

— No, no Piccola, llegas justo en el momento adecuado — le contestó el chef tratando de disimular.

Sin embargo Lucrecia no pudo contenerse mas y ante el silencio incomodo soltó ...

— Lo que pasa Cel, es que ....... después de todo el quilombo que se armo aquel día con la señorita Isabella pensamos que ya no ibas a querer regresar a la casa — dijo pausadamente y todos en la cocina voltearon a verla con mala cara

— Y bueno, es la verdad ¿no?, tarde o temprano se lo íbamos a preguntar — remató la mujer

Celeste miró a todos confundida, se produjo otro silencio incómodo.

— Yo sólo vine a entregar porque me lo pidieron, además es mi trabajo— dijo la niña con la cabeza baja, mientras sacaba los frutos de la caja para ponerlos sobre la barra de la cocina.

— No le hagas caso a esta bocona, le encanta el chisme — dijo el chef reprendiendo a Lucrecia

— Eh pero que agresividad, haceme segunda Antonino — respondió la mujer

Celeste se limitó a seguir sacando las cosas

— Listo, eso es todo 

— Todo se ve muy bueno — aseguró el chef 

Celeste miraba a Antonio y a Lucrecia sin mencionar palabra y los dos adultos captaron

— ¡Ah! cierto, hay que pagarle, pagale Lucrecia

— ¿Yo?, pero si yo no me encargo de las cuentas de esta casa

— Y yo soy el chef, ¿acaso queres que le pague yo? 

Celeste comenzó a reír levemente, esos dos siempre estaban peleando 

— Cel podrías hacerme un favor, mira Paula debe estar en el jardín, ¿podes ir a buscarla vos?— le pidió Lucrecia quien tenia las manos ocupadas 

 Celeste abrió los ojos de par en par

— ¿Yo? 

— Dale Cel, ayudame un poco, que yo tengo las manos ocupadas y no me doy a basto con esta casa

— ¡Ja! si esta no hace nada más que chismear todo el día — se burló Antonino

— Vos no sabes todo lo que hago porque te la pasas todo el dia encerrado en esta cocina, Lucrecia ven acá, Lucrecia traeme un mate, Lucrecía tengo hambre.....

— Pobre de vos, ¿preferis cocinar? — la interrumpió Antonino

— Pues seria más fácil cocinar que estar dando vueltas por la casa todo el santo día como lo hago yo

— ¡Ay pero por favor!.....

Celeste solo miraba a uno y otro contradecirse 

— Ya, ya, voy a buscar a la señora Paula — dijo la niña, prefería ir ella misma a buscar a la ama de llaves antes que seguir escuchando la pelea sobre cual de los dos hacia más en la mansión 

Regresa a mis brazos... ❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora