Parteras

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Gabriel recién había llegado a la mansión después de un día largo de laburo

— Perdoname mi amor, por no avisarte con tiempo, pero vos ya conoces a Bruno como es, no le puedo decir que no — se disculpaba el hombre por la cena improvisada que había echo que prepararan 

— Esta bien, ya esta todo listo — le respondió Lucia con una sonrisa delicada

— Voy a subir al cuarto a cambiarme la camisa, ¿venis conmigo?

— Adelantate, ahora te alcanzo

— Dale — Gabriel besó a su mujer y subió las escaleras 

Mientras Lucia estaba en el living la puerta principal se abrió de nuevo

— ¡Buenas noches! — se escucharon voces al uníson

Lucia se sorprendió al ver a su hermano Joaquín y a su cuñada llegar a su casa.

— Pero que sorpresa — dijo Lucia alegremente mientras los saludaba 

— Gabriel nos invitó — dijo su cuñada

— Gabriel no me dijo nada 

— Bueno, queriamos que fuera sorpresa — rió Joaquín

— Me da mucho gusto que estén aquí — les aseguró Lucia mientras Joaquín le tomaba las manos

— Vos ya conoces al intenso de tu hermano, lo tuve que secuestrar y sacarlo de su trabajo a la fuerza para venir a cenar con ustedes

Lucia sonrió dulcemente 

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El anciano le había dado a Larreta unas direcciones y unas señas para buscar a la mujer que había atendido a Lucia,  dentro de las posibles parteras.

Descartó a la primera al no concordar con la descripción, una mujer tal vez unos años más grande que Lucía, por lo cual era imposible que hubiese sido ella, además al platicar con ella le aseguró que solo atendía a las lugareñas.

Sin embargo las otras dos encajaban a la perfección, fue a donde las otras dos mujeres vivían, casualmente la misma zona, algunos vecinos le dijeron que una de ellas "Matilde" como la habían identificado se había ido ya del puebla hace años, lo mismo que el anciano le había dicho, sin embargo le aseguraron que una mujer llamada "Cristina" que también era partera seguía viviendo allí y además que había conocido a la otra mujer.

La zona era Alto Bariloche, una lugar que era todo lo contrario a la opulencia de la ciudad, con cabañas pequeñas y gente que sobrevivía con poco.

Larreta se paró enfrente de una cabaña bastante vieja y dio unos golpes

— ¿Sí? — salió una mujer ya mayor que apenas dejo entrever la mitad de su rostro en el pequeño espacio que había abierto de la puerta

— Disculpeme, ¿usted es Cristina? — preguntó Larreta

— Sí, ¿que se le ofrece? — le contestó la mujer sin dejarlo pasar

— Mi nombre es Agustín Larreta y soy investigador privado, ¿puedo pasar para hablar con usted?

La mujer se asustó un poco y creyendo que era algún tipo de policía lo dejo pasar.

La cabaña era muy vieja, la madera estaba picada, tenia un solo cuarto y la leña estaba prendida para calentar un poco el lugar, había unos sillones antiguos por igual en donde la señora le indicó que se sentara.

Regresa a mis brazos... ❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora