Caminata por Palermo

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Después de comer tranquilos, Lucía pidió un plato con postre, tarta de manzana la favorita de Isabella, subió por las escaleras y tocó la puerta.

— ¡Adelante! — se escuchó una voz

Lucía entró a la habitación de su hijastra, quien estaba sobre la cama aburrida y con el celular como de costumbre.

Isabella al ver que Lucía entro por la puerta se incorporó sobre la cama.

— Te traje un pedazo de tarta, Paula nos dijo que no comiste bien

Isabella no le respondió y se limitó a mirarla, Lucía dejó el plato sobre un mueble y se acercó a la cama para sentarse frente a Isabella.

— Yo sé que no ha sido fácil el cambio, mucho menos para vos mi amor pero ....... tu papá esta intentando con todas sus fuerzas que esto funcione

— Lo sé, tan ocupado que no puede venir a comer con su hija — dijo Isabella molesta mirando hacia otro lado

— Tu papá ahora tiene el doble de responsabilidades aquí en Buenos Aires y nosotras tenemos que apoyarlo y entenderlo — respondió Lucía tratando de atrapar la mirada de la joven — Ya hablamos y prometió que va a intentar venir todos los días para comer con nosotras

— Bien — le respondió la joven cortante

Lucía sabia que Isabella era demasiado caprichosa cuando estaba molesta, así que decidió no incomodarla más, sólo sonrió dulcemente para la joven y tranquilamente salió de la habitación.

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Celeste terminó de fregar los platos y se preparaba para volver al trabajo.

— ¿Vas a regresar al huerto? — preguntó su abuelo

— Sí, Nicolás y yo no terminamos el inventario y prometí que iba a regresar porque ni creas que te iba a dejar que comieras solo

Tomás sonrió

— Bueno abuelo, ya terminé, me voy — la niña tomó su mochila y caminaba hacia la puerta cuando se paró en seco y volteo a ver a su abuelo — ¿Abuelo? ...........

— ¿Si?

— Ya tiene días que no vas a trabajar, ¿no han llegado los dueños de la casa en la que trabajas?

— No, quedaron en avisarme en cuanto llegaran, ya sabes .... el trabajo de un jardinero ya no es tan indispensable en estos días

— Ah pero tu no eres cualquier jardinero, tu eres el mejor jardinero del mundo — sonrió la niña para animar a su abuelo

— Bueno, bueno, basta de tanta platica, mejor apurate que si no tu jefa te va a regañar

— Uy si es tardísimo, me voy abuelo ...... — dijo apresurándose a abrir la puerta y poniéndose la mochila al hombro y el casco

Al abrir la puerta Celeste chocó con su vecina, ésta se despidió y la mujer sonrió

— Con mucho cuidado hija — le pidió Tomás pero Celeste ya había salido corriendo y a destiempo como de costumbre

Cata entró a la casa y cerró la puerta, mientras a Tomás le cambió la cara y se sostuvo sobre una silla

— ¿Todavía no le ha dicho verdad? — preguntó la mujer

— No Cata, no quiero que se entere y se preocupe, ya veré yo como hago

— Ay don Tomás, no se preocupe entre nosotros nos podemos ayudar y nada les va a faltar

Regresa a mis brazos... ❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora