La improbabilidad más grande del mundo

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Celeste llegó con prisa a su casa, dejo la bicicleta en la entrada y abrió la puerta velozmente

— Abuelo!, Abuelo!, ¿en donde estas? — gritaba la niña al no encontrar al anciano

Don Tomás salió de su cuarto al escuchar los gritos de su nieta

— Aquí estoy, aquí estoy, ¿que pasa, hija? — dijo el anciano

— No sabes de lo que me acabo de enterar — dijo Celeste mientras respiraba agitada, se había cansado de pedalear a alta velocidad

— ¿De qué? — Tomás estaba curioso, pues la niña estaba sorprendida y algo impaciente

Celeste iba a comenzar pero su abuelo la interumpio

— Y ahora que me acuerdo, ¿vos que haces acá?, ¿no tendrías que estar en el huerto? — la cuestionó

— Si abuelo, fui a entregar a la mansión, pero quise pasar a contarte ......

— Pues debe ser algo importante, porque te vez impaciente hija, a ver, contame

— Te acuerdas de .... — Empezaba a decir la niña pero fue interrumpida de nuevo

— Hola Don Tomás — era Cata

— Hola Cata, pasa, pasa, por favor — dijo el hombre amable

La mujer entró y al ver a Celeste en casa tuvo la misma reacción que Tomás

— ¿Y vos que haces acá Cele? — preguntó la mujer

Celeste soltó una risita y encogió los hombros

— Mi nieta quería contarme algo — le dijo Tomás a la mujer

— Exacto, sólo quería ver a mi abuelo pero ya me voy — explicó la niña

— No mi amor, decile a tu abuelo, yo solo vine a dejar esto que cocine en la mañana y me voy

— No, no Cata, enserio, no es nada importante, además ya me tengo que regresar, porque si la Gene ............ Flora se da cuenta que no he llegado me mata

— ¿Segura, pero no era importante? — le pregunto ahora Tomás a la niña

— Sip, segura, después te cuento, me voy — dijo la niña mientras corria hacia la salida, como de costumbre

— Con cuidado — alcanzó a gritar Cata ante la velocidad de Celeste al irse

Don Tomás movía la cabeza mientras reía

— Es que esta niña siempre va a prisa a todos lados — le dijo Cata a Tomás y ambos rieron

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Mientras tanto en la empresa de los Corrado ...

— Perdón, ¿Esta aquí el señor Diego Walger? — preguntó Macarena raramente amable al llegar al piso que le habían indicado en recepción

— Si, al fondo — le dijo una chica joven

Macarena caminó por el pasillo, llegó al ultimo cubículo, se asomó por la puerta y vió a Diego de espaldas, ésta aclaró la voz para que la notara, Diego al escuchar volteo

— ¿Vos sos el nuevo pintor, no?

Diego dijo que sí con la cabeza

— Nos acabamos de conocer, en la oficina de mi hermano

— Ah claro, perdón, eh ...... siéntese — pidió Diego mientras quitaba una caja de una de las sillas de su cubículo

Macarena sonrió, entró al espacio, se quitó el saco, se acomodó en la silla y cruzó las piernas, todo bajo la mirada de Diego

Regresa a mis brazos... ❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora