Santiago

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— Y si, vos sola te entendes amiga porque la mayoría de la veces yo no entiendo nada Celestial — dijo el muchacho burlón mientras seguía masticando.

— ¿Puedes dejar de masticar así? Me estas poniendo nerviosa

— Vos siempre estas nerviosa Celestial

Cata puso un plato con empanadas delante de Nicolas

— Listo chicos, coman

Nicolás sin pensarlo y sin modales tomó una

— ¿Qué? — Preguntó con la boca sucia al ver a las dos observarlo

— Nada — respondió Celeste con cara de asco, pues su amigo se estaba atragantando

— Bueno entonces Celeste ¿Qué pensas hacer? — le preguntó la mujer sentándose frente a los dos chicos

— No se Cata — suspiró Celeste — le voy a decir a mi abuelo que vaya a la mansión y listo.

La mujer asintió aprobando la idea de la niña

— Además Nicolás me acaba de decir que la generala quiere que regrese ¿verdad?

Nicolás sin dejar de comer asintió

— Ah pero bueno, eso es una maravillosa noticia ¿no?

— Si, eso creo

— ¿Por qué lo decís con esa carita mi amor?

— No se Cata, es que ........

El sonido de al alguien tocando la puerta los interrumpió, Cata le hizo una señal a Celeste para que la esperara y se encaminó hacia la entrada, mientras Celeste le pegó con el codo a su amigo para que dejara de comer como lo estaba haciendo.

Cata abrió la puerta y se encontró con un hombre apuesto

— Buenas tardes, ¿dígame?

— ¿Vos ya no te acordas de mi Cata? — sonrió el hombre

Cata nego con la cabeza

— Disculpeme yo no ............ — Cata se sorprendió pues al observarlo detenidamente recordó al hombre que estaba parado frente a ella, hacia muchos años que no lo veía, desde que él era solo un joven, en aquel entonces el muchacho había llegado a la capital de provincia para estudiar y ella le rentó un cuarto hasta que el muchacho decidió marcharse por lo cual no volvió a saber de él.

— ¿Diego, sos vos?

— Soy yo Cata

— Pero, mirate nada más, como creciste — dijo la mujer mientras el hombre la abrazó, ambos estaban muy conmovidos

— Regrese Cata, por fin regresé — dijo Diego emocionado

— Pero pasa, pasa

Diego entró a la casa, se detuvo por un momento para observarla, todo seguía como la última vez.

— No puedo creer que sos vos, que estes aquí

— Yo tampoco Cata

— Veni, entra estaba en la cocina

— ¿Segura? No quiero interrumpir

— Nada de eso pasa

Diego dejó sus maletas en la puerta de la entrada y siguió a Cata, al entrar Diego vio de espaldas a dos personas sentadas en la mesa

— Chicos saluden, tenemos visitas — les pidió la mujer

Ambos voltearon

Al hombre quien estaba parado en la entrada de la cocina le dio un vuelco al corazón cuando vio a aquella niña voltearse.

Regresa a mis brazos... ❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora