Celeste llegó como casi todos los días a la mansión, cargando una pequeña caja llena de frutas frescas, entró por la puerta de servicio que daba a la cocina.
— ¡Llegué! — anunció la niña con su ya conocida linda sonrisa. — Aquí esta todo lo que pidieron, a tiempo como siempre —
— Vos siempre entregas a tiempo, ¿no? — le dijo una empleada guiñandole el ojo
— Sip, ¿puedes decirle eso a mi jefa? — rió la niña
— Ponelo ahí en la barra — le indicó la empleada
Celeste con dificultad puso la caja sobre la barra de mármol de la gigante cocina.
— ¿Y Antonino ? — preguntó la niña al no ver al chef regordete saludarla como siempre
— ¡Ah!, se sintió mal así que se tomó el día, pero ahora viene Lucrecia a pagarte, sentante, no tarda — le indicó la empleada.
Celeste se sentó en un banco de la barra mientras observaba a algunos empleados en la cocina como locos, después de un par de minutos una cara conocido entró a la cocina.
— ¡Celeste!, que bueno que llegas — dijo la mujer
— Hola Lucre, llegué hace poco, te estaba esperando
— ¡Uff! — resopló la empleada. — Vos no sabes como me traen, al holgazán de Antonino se le ocurrió enfermarse, ¿Y a quien tienen como boluda organizando todo?. — pregunto Lucrecia mirando fijamente a la niña.
— ¿A vos? — respondió Celeste, lo cual era obvio pero al parecer Lucrecia necesitaba validación.
— ¡A mi!, ¿Podes creerlo?, a mi, yo ni siquiera se cocinar, como si no tuviera suficiente trabajo ya, Paula me puso a mi a organizar a todos para que entre todos nos ocupemos de cocina hoy, mientras el italiano esta echado, yo aquí organizando todo el quilombo, yo no soy cocinera. — se quejaba Lucrecia baja la mirada divertida de Celeste.
— Bueno Lucre, pero yo creo que puedes hacer eso y más — le dijo la niña tratando de hacer que la mujer se sintiera mejor
— ¿Vos crees?
Celeste afirmó con la cabeza divertida
— ¿Sabes que?, tenes razón, yo puedo, si soy lo más, pero eso si, en cuanto el truchero ese se recupere y regrese yo no voy a mover ni un dedo para ayudarlo, escuchame bien, ni uno, yo solo me encargo de la casa, no de la cocina, no me pagan por eso.
Celeste movió la cabeza, mientras reía, Lucrecia era todo un caso.
Mientras Lucrecia hablaba y hablaba y al mismo tiempo vertía en una taza agua hirviendo notó la mirada fija de Celeste.
— ¿Que tanto me miras? — preguntó la mujer
Celeste rió de nuevo y estiró la mano.
— ¡Ah claro!, tu plata, perdoname, es que yo no puedo, no puedo hacer todo, Lucrecia aquí, Lucrecia allá, plancha la ropa, subile un té a la señora ...................
Mientras Lucrecia hablaba otra vez sin control un empleado entró por la puerta.
— Lucrecia, la señora Paula dice que salgas al jardín — avisó el empleado
— Dale, decile que ahora voy — le respondió Lucrecia desganada
— Pero ya, que si no vas ahora se pone de malas y nos regaña a todos — insistió el hombre
— Ya voy, ya voy, decile que ya voy, no puedo hacer todo, a la otra yo quiero estar allá como Paula platicando con las plantitas mientras ella organiza la cocina ............
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Regresa a mis brazos... ❤
Hayran KurguLucía Galán es una mujer hermosa, con una vida aparentemente perfecta, un marido maravilloso, una linda familia, un buen estatus económico, sin embargo, algo se perdió en su pasado, algo que arrancaron de sus brazos y que ella busca encontrar desesp...