— Feliz cumpleaños a mi mejor amiga, la más canchera de todas: CELESTIAL... — entró gritando por la habitación una joven, quien traía un pastel blanco en la manos con muchas velitas de colores
— !Marti! me asustaste, !Gracias pero ya te dije que no me digas así! — dijo Celeste con mucha amabilidad
Celeste Carrizo era una joven delgada y delicada, aparentaba menos de su edad, tenia el cabello castaño y unos enormes ojos color chocolate, su personalidad era simple, siempre amable con todos aunque un poco inquieta y rebelde para gusto de su abuelo, pero con un corazón sumamente noble.
— Bueno, bueno, ¿porqué siempre tardas tanto?, mi mamá y tu abuelo están esperando para cortar la torta — preguntó Martina agitando el pastel, quien tenia un año más que Celeste, además de ser su vecina, también era su mejor amiga, y a decir verdad la personalidad de Martina era bastante cómica.
— Si, ya voy, dame unos minutos — le respondió Celeste algo cabizbaja
— Dale Celeste, ¿Qué te pasa? ¡Ah ya sé!, lo mismo de siempre ¿no?
Celeste asintió
— Bueno, pedi lo mismo cuando soples la velita, como todos los años, tal vez esté año si se cumpla — le sugirió Martina
— No importa cuántas veces lo pida Marti, mis papás no van a aparecer mágicamente por la puerta, ni siquiera se si están vivos, ni siquiera sé porque tengo la tonta esperanza de que alguien día regresen si me abandonaron — Celeste tenía los ojos mojados
— ¡Daleeee Celestial! ya hablamos muchas veces de esto, si ellos te abandonaron fue porque eran muy tontos y no supieron valorar la hija que tuvieron, no eran lo suficientemente buenos para vos, pero tenes un abuelo genial, ¿que más queres?, yo ni siquiera tengo abuelo, sólo somos mamá y yo
Martina siempre era muy graciosa y tenia la habilidad de reducir cualquier problema a una migaja, la joven hacía que Celeste siempre sonriera.
— Tienes razón Martí, no puedo evitar preguntarme ¿quienes son o quienes fueron?, ¿porque me abandonaron?, no sé, tengo tantas preguntas
— Y yo tengo una para vos, ¿te vas a comer las fresas de la torta o me las guardo yo?, ya sabes, mamá no me dejó tocar nada antes de que vos lo cortaras —
Celeste comenzó a reír
— Te las puedes comer Martí, ya, vamos, antes de que comiences a meterle el dedo al pastel.
Celeste era huérfana, vivía con su abuelo, un señor muy anciano que había sido jardinero en sus mejores tiempos, Tomás Carrizo era un hombre sumamente amable y educado, a pesar de ser humilde sacó adelante a su nieta a quien se dedicó en cuerpo y alma, la educo y le dió un hogar seguro, tal vez una vida sencilla pero llena de valores, con todo esto Celeste tuvo una infancia feliz.
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Tomás Carrizo trabajó hace muchos años como jardinero en una casa de gente de dinero en Bariloche, ni siquiera sabia quienes eran los dueños de esa casa, pues raramente la visitaban, aunque en aquella ocasión se alojaron por varios meses en la casa de campo., Un día normal, mientras el cortaba los arboles del jardín le tocó observar una rara escena, escuchó gritos de enojo mientras una mujer humilde saliá con una cobija en brazos, no pudo evitar ver todo aquello, sin embargo antes de que la puerta principal de cerrara Tomás se percató de que un hombre muy bien vestido lo observó fijamente al darse cuenta que él había sido testigo de toda la escena, Tomás quien supuso que era el dueño de la casa se limitó a voltear para seguir haciendo su trabajo, pues le habían advertido que el dueño era muy quisquilloso y le gustaba la privacidad.
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Regresa a mis brazos... ❤
Fiksi PenggemarLucía Galán es una mujer hermosa, con una vida aparentemente perfecta, un marido maravilloso, una linda familia, un buen estatus económico, sin embargo, algo se perdió en su pasado, algo que arrancaron de sus brazos y que ella busca encontrar desesp...