Investigador

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Lucía seguía aún recostada en su habitación aunque despierta, recordaba el momento que habia vivido horas atrás, no entendía por que esa niña le había causado ese vuelco tan grande en el corazón, recordó los ojos de la joven, esos ojos castaños que no sabía porque pero le eran familiares y mientras más lo pensaba las sensaciones más se apoderaban de ella.

Se levantó desesperada, el momento no salía de su cabeza, caminaba de un lado a otro de la habitación y paró frente al espejo

— Basta Lucía, no podes pensar que tu hija es cada chica de la misma edad con la que te encontras —se dijo a sí misma mirándose al espejo

Hasta que el ruido de la puerta cortó esos pensamientos

— ¡Mi amor! despertaste — dijo Gabriel entrando a la habitación

Lucía volteo y sin decir ni una palabra, un poco desesperada corrió hacia él para abrazarlo, Gabriel sin dudarlo la abrazó también

— ¿Qué pasa preciosa? — le dijo al oido

— ¿Te he dicho cuanto te amo y cuan agradecida estoy de que estes siempre a mi lado? — le respondió mientras lo abrazaba

Gabriel confundido rompió con el abrazo para tomar sus manos y poder verla a los ojos

— No tenes porque agradecerme, eres mi mujer, hasta que la muerte nos separe, ¿recordas? — le dijo a Lucía con una sonrisa — ¿Que pasa mi amor? — agregó al notar la mirada de su esposa

— Nada, creo que estoy un poco sensible

Gabriel le besó la frente

— Bueno mi amor, han sido muchos cambios para todos, pero ..................... necesito que en este momento estes muy tranquila y enfocada — le dijo Gabriel mientras acariciaba los brazos de Lucía

— ¿Por qué? — preguntó curiosa

— Abajo está el nuevo investigador que nos recomendaron

— Se me olvidó por completo

— Mi amor, si estas indispuesta bajo y le digo que regrese después ......... — decía mientras se encaminaba a la puerta pero Lucía lo jaló del brazo

— No — lo interrumpió Lucía

Gabriel se acercó a ella de nuevo

— No quiero que te pongas mal — le dijo preocupado

— No te preocupes he estado mal por 16 años, un día mas no va a hacer la diferencia — dijo muy convencida con la mirada fija a la puerta

— Bueno, ¿entonces vamos?

Lucía asintió nerviosa y ambos salieron del cuarto

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Celeste estaba sola en su cuarto estudiando hasta que harta de no poder concentrase soltó la pluma 

— ¿Por qué no puedo dejar de pensar en esa señora? 

— Ya basta, concéntrate — hablaba sola

— Pero ............. ¿por qué me vio de esa forma, y por qué sentí lo que sentí?

De repente sonrió de la nada

— Si yo tuviera una mamá como ella — empezó a soñar despierta

— Dale Celeste, ¿pero como se te ocurre que podrías tener una madre como ella?, esa mujer es fina, elegante, tiene mucho dinero ¡ubícate! — se regañaba a sí misma — Además, tu eres huérfana, tu madre no te quizo, una mujer como la nueva dueña de esa casa jamás abandonaría a su hija como lo hizo tu madre contigo —

Regresa a mis brazos... ❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora