Goodbye

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Jean

Me separé de Timothée lo más pronto que pude reaccionar. 

- No. - Lo miré directamente aún sin separarnos del todo.

- ¿Qué? - Intentó comprender. 

Tome sus manos que estaban en mis mejillas y las baje hacía él. 

- Pero ¿Acaso no ves que estoy aquí por ti? - Intentó acercarse de nuevo.

Me alejé de él.- No creas que soy tonta, no creas que no veo tus marcas de que has vuelto a inyectarte, no creas que no veo esos ojos perdidos. No creas que no lo veo. 

Su rostro cambió radicalmente.- No puedo repararte, no sé como ayudarte. Necesitas pedir ayuda, necesitas aceptarlo. No soy suficiente para ti como para detenerte, y no está mal, sólo, quiero que estés mejor, y dejemos de jugar a quien se quiebra primero y quién intenta demostrar al otro su amor. No puedo seguir esperando cuándo vas a alejarte de mi de nuevo, no puedo seguir esperándote. 

Timothée se dejó caer al suelo llorando. - Lo siento, lo intenté pero no puedo con esto. 

Me arrodillé hacía él, lo tomé del rostro.- Lo sé, pero no estás sólo, y vamos a pedir ayuda, esto no es vida para ninguno de los dos, sé que sabemos que sentimos uno por el otro, pero eso no sirve así. 

- Te amo... Jean... yo de verdad lo hago. Quiero estar contigo desde el momento que te vi por primera vez en la universidad, desde que te vi sonrojada en la parada del autobús. - Ambos reímos con lágrimas. - Siempre te quise a mi lado, pero mírame. 

- Te miro, y sé que podrás con esto. - Timothée asintió y ambos nos levantamos del suelo. 

- Ven, tenemos que irnos. - Ambos salimos de mi casa tomados de la mano.

Esperé varios minutos fuera, hasta que Timotheé salió con un par de maletas. 

- ¿Estás listo? - Le pregunté recargada en el auto. 

- Sí. - Respondió firme. 

Subimos sus cosas al auto y emprendimos el camino. Todo fue tan silencioso, solamente disfrutábamos de nuestra compañía, no se sentía mal, ni incómodo. Podía ver como él cerraba los ojos y disfrutaba el viaje dejando volar esos risos. 

Él iba a estar bien, y yo también... 

Nos detuvimos unos segundos para que los padres de Timotheé nos esperarán en nuestro destino, ellos estaban orgullosos de él, como yo. Llegamos por fin, y ahí estaban sus padres. 

- Hola.- Saludé a su madre. - Ella con lágrimas en los ojos me abrazó.

- Gracias por esto, y por todo, no había podido agradecerte por la otra vez. - Yo tomé de su mano. 

- No tiene nada que agradecer, yo... lo quiero mucho. - Miraba como Timothée estaba abrazando a su hermana a lo lejos. 

Ambas lo mirábamos orgullosas. - Nosotros ya registramos todo, sólo tiene que ingresar. - Me sonrió. 

- ¿Sabe cuánto tiempo va a estar ahí? - Pregunté algo nerviosa. 

- Hasta que los especialistas lo decidan... pueden ser meses o... - Ella se quedó callada. 

- Hasta que él lo necesite... - Intenté sonreír.  - Creo que deberían despedirse. - Solté la mano de su mamá. 

Ella sólo me sonrió y fue con él. Yo miraba como su familia lo abrazaba y hablaba con él, intentaba no llorar, tenía que ser fuerte por él. Aunque el nudo que tenía en la garganta estaba matándome. 

Me di la vuelta para tomar aire y que se me pasaran todos los sentimientos encontrados que tenía. Las instalaciones eran hermosas... creo que ahí podría estar mejor. 

Sentí como alguien me tomaba del brazo. - Hey... - Lo miré, estaba feliz. 

- Estoy listo.- Tomó mi mano. - No sé cuánto tiempo vaya a estar aquí... pero no tienes que esperarme. Lo pensé todo el camino y... no tienes que hacerme ninguna promesa o encerrarte de nuevo. No lo hagas. 

Le regalé una media sonrisa. - Extrañaré verte en la parada Chalamet. 

Él rió, y me abrazó fuerte. No sé si era yo, pero creo que nunca nos habíamos abrazado, lo sé por que recordaría esa hermosa sensación, cerré mis ojos para disfrutar de su aroma, para escuchar solamente su corazón latir, para sentirlo. 

- Podría morir aquí. - Yo sólo reí. 

- Podría dormir aquí. - Él rió. 

- Espera y después podrás.- Me separé de él y lo miré.

- Yo solo digo.- Lo iba a extrañar, lo iba a extrañar muchísimo. 

- Llama. Si necesitas algo sólo llama. - Una lágrima corrió de él. 

Nos estaban esperando, así que nos miramos una vez más, le sonreí. 

- Estaré bien. - Le dije un poco más tranquila. 

Él comenzó a alejarse, se despidió por ultima vez de su familia, antes de entrar se detuvo, yo miraba de lejos, entonces, mi teléfono sonó. 

Sin mirar contesté. - ¿Puedo llamarte esta noche? 

- Una lágrima salió, y de pronto era un mar de lágrimas. - Claro. 

Fin de la llamada. 

Se giró a verme, y entró. 

Todo había parecido un sueño después... me despedí de la familia Chalamet después de que me invitaran a cenar, les conté todo de Timothée y ellos a mi de cuando era niño, y de cuánto lo extrañaban, me hicieron prometer que iría a visitarlos de vez en cuando. Manejé hasta casa, no le había contado a nadie. Quería estar sola. Sólo un momento. 

Fui a mi habitación y tomé una silla, la puse en frente de mi ventana para poder ver la de Timotheé, saqué de mis cajones una foto suya, la dichosa foto que le había tomado el primer día que nos fuimos juntos. 

La puse en una pequeña ranura que estaba en mi ventana, así podría seguirlo viendo. 

No habían pasado algunos minutos así y entró una llamada desconocida. 

- ¿Hola? - Dije algo seria. 

- Dime que estás en tu ventana. - Una voz ronca habló. 

- Así es. - Sonreí. 


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𝘾𝙖𝙣 𝙄 𝙘𝙖𝙡𝙡 𝙮𝙤𝙪 𝙩𝙤𝙣𝙞𝙜𝙝𝙩 [Timothée Chamalet]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora