No sentía frío, no tenía sensación alguna, la lluvia había cesado, ni siquiera podía pensar en algo. Absolutamente todo el camino de regreso a casa fue sin pronunciar ninguna palabra, solo las luces de la ciudad nos iluminaban tras el cristal del autobús. Sabía que nuestros cuerpos estaban helados por la palidez que sobre salía de Jean.
Había algo que me mantenía inquieto, a pesar de la paz que ahora habitaba en mi, después de haber dicho todo lo que tenía que haber dicho desde hace tiempo, dije todo lo que estaba matándome por dentro, pero; ¿Ella lo habrá dicho?
Para cuando bajamos del autobús la lluvia volvió con mayor intensidad, así que tomé su mano y comenzamos a correr para llegar pronto a casa, más justo en la parte donde se suponía que debíamos separarnos, no lo hicimos. Unos segundos transcurrieron en el ruido de la intensa lluvia para después correr hacía su casa.
Jean buscaba sus llaves, era casi imposible ver por la lluvia. - ¡No están!- Se giró a verme a penas con los ojos abiertos pues estaba más que mojada al igual que yo.
- ¿Qué? ¿Cómo que...- No esperé un momento más, la tomé de nuevo jalándola por detrás de su patio trasero, hasta llegar al mío para poder entrar a mi casa.
Pronto saqué las llaves de mis bolsillos y entramos.
Inmediatamente al cerrar la puerta, la ruidosa lluvia nos dejó en un casi silencio a obscuras.
Jean me miró sin mostrar ninguna expresión, yo le compartí una mirada igual. - ¿Tienes una toalla?- Rió rompiendo el extraño momento y sacándome una sonrisa.
- Ven. - Tomé involuntariamente su mano de nuevo.
- No me voy a perder.- Dijo antes de subir las escaleras con una sonrisa tierna.
Me quedé confundido por su comentario, más pude darme cuenta al seguir su mirada a nuestras manos, y entendí. - Lo siento, es que... - Intenté explicar lo involuntario que lo hice.
- No expliques nada. Vamos- Señaló las escaleras quitándome las palabras de los labios.
Al subir las escaleras me sentía nervioso, ¿Sería que tendríamos...? No. No pienses eso, no si ella no lo quiere.
Además no creo que quiera, ni siquiera te ha dicho que es lo que siente por ti.
Le di paso a mi habitación, entró con una mirada tan curiosa que parecía ofensiva. Yo solo observaba mientras que buscaba una toalla limpia en mi armario.
- Ten.- Le ofrecí.
Ella tomó la toalla y me sonrió. -Gracias... la lluvia no se calma. -Miró por la ventana haciendo referencia a el ruido intenso que hacía esta al pegar contra el cristal.
- Te puedes quedar aquí. - Intenté ofrecerle lo más amable posible para que no pareciera que quería que pasara algo más.
- Mi casa no está nada lejos, podría solo correr, más no tengo llaves. - Rió nerviosa. - ¿Puedes darme posada esta noche?
Su pregunta había sido de lo más tierna, podía saber las intensiones de ese tono de voz.
- Sería un honor hospedarte. - Le respondí haciendo una reverencia.
- ¿Crees que podrías prestarme algo de ropa limpia también?- Volvió a reír nerviosamente.
- Creo que una de mis playeras te quedara muy bien como pijama.- Me dispuse a buscar una playera que me quedara bastante grande para que a ella le quedara aún más.
Cuando la encontré me giré a dársela.- Esta está perfecta...- Me encontré a Jean tumbada en mi cama mirando el techo. Despacio, me acosté a un lado de ella en la misma posición.
Su silencio me ponía aún más incomodo, no sabía que pasaba por su mente o si se dignaría a decirme su sentir. No podía más con eso, y no seguiría con ese sentimiento dentro de mi después de todo.
Ella parecía tan ida, como si estuviera pensando en muchas cosas, como si nosotros dos no fuéramos los protagonistas de esa noche.
- Jean. - Tome aire para poder tener el valor de preguntar.
- Timothée.- Respondió seria.
- ¿Qué sientes por mi?- Pregunté firme.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.