Timothée
- Hijo, ¿quieres que les avise a tus amigos que vas a salir? -preguntó mi madre entusiasmada.
- No, no yo quiero ir a la universidad y darles la sorpresa. - Respondí confiado.
- ¿Seguro que te sientes con fuerzas de ir? - Tomó de mi mano.
- Ya pasó otra semana, tengo que volver. - Sujete su mano de vuelta.- De acuerdo. - Se giró para seguir empacando mis pertenencias. - Oye, espero que después puedas llevar a comer a Jean. - Continuó empacando.
- Quisiera saber sí... Quisiera saber si ella a venido a verme, o vino algún día. - Me giré y senté en la cama esperando su respuesta.
- Tus amigos no podían entrar a terapia intensiva, sólo tu padre y yo. - Se acercó a mi. - Pero tus amigos se quedaban en la sala de espera de la planta baja, no pude verlos muy seguido, pero sé que venían. - Acarició mi mejilla.
- Bien... - Le respondí algo decepcionado.
- ¿Esa chica es tu novia? - Me miró esperanzada. - No sabes cuanto le agradezco que haya estado ahí para ti.
Le miré para después bajar la mirada.- No, ella no es mi novia. Vivimos en el mismo lugar, y nos hicimos amigos. - Le respondí con voz ronca y baja.
De inmediato pude ver la decepción en su rostro. Se puso de pie. - Por supuesto, mi Timi no es así... Ya vuelvo. - Salió de la habitación.
Nunca había tenido novia, jamás me había enamorado, siempre huía de todos los posibles sentimientos que empezaban a brotar.
La enfermera que había cuidado de mi todo este tiempo entró a la habitación para darme la hoja de alta. - Aquí esta, esta la mostrarás abajo para poder salir. - Me entregó la hoja.
- Oye Kelly, ¿Tú viste a alguien visitarme durante este tiempo?. - balanceaba mis pies que colgaban de la cama.
- Sí, había varios que venían, se turnaban y algunos venían unos días. - Se recargó sobre el marco de la puerta.
- ¿Había una chica? - Le miré.
- Querido, miles de chicas querían velar aquí en el hospital. - Sonrió y me miró picara.
Reí sarcástico. - No, ella es la que salvó mi vida. Es pálida...
Y antes de que pudiera terminar me interrumpió. - Con grandes ojeras, cabello castaño, estatura media, si si, sé quién es. Ella estuvo preguntándome como estabas cada vez que me veía. - Me confesó.
- ¿De verdad? - Pregunté ilusionado.
- Si, vino por una semana completa, a veces se queda dormida y yo la mandaba a casa a descansar. Pero un día dejó de venir, y después ya no la volví a ver por aquí. - Colocó su mano en su cintura en gesto de incertidumbre.
- Ella... ¿No volvió?
- No, ¿Ella es tu chica? - Me miró
- No, pero, no. - Sólo agaché la cabeza, me sentía tan confundido.
- Kelly se acercó a mi y se sentó a mi lado. - Vamos, cuéntame que pasó.
- Fui un imbécil. - Subí mis piernas a la cama agaché mi cabeza.
- Ella te gusta, pero tú eres un Don Juan ¿Me equivoco? - Alzó mi barbilla.
- Pues no, no te equivocas, el día de la fiesta, el día de la sobredosis, yo hice que mi mejor amigo la besara. - Kelly me miró con los ojos bien abiertos.
- ¿Por qué harías eso? - Preguntó extrañada.
- Por que soy un imbécil, por eso. Yo soy, nada, y ella es todo, por lo tanto merece alguien que sea un todo como ella. Y ese alguien es mi amigo. - Apreté mis labios. - A él realmente le gusta ella, aunque prácticamente a mi me gustó primero. - Reí
- Bueno, pero tú puedes tener a cualquiera a tus pies, vi por al menos 15 modelos en la sala de espera estas semanas. - Señaló la planta baja.
Reí ante su comentario pero después mi rostro volvió a la decepción. - Cuando la conocí, desde que la conocí, yo sentí algo, un no se qué. Pero lo ignoré, pensé que era un capricho, estaba tan ocupado en acostarme con tantas que sólo lo olvidaba, por que no me hablaba, ni siquiera me veía, pasaron años y Michael nos confesó que le gustaba, pero no se atrevía a decirle. Yo en cambio sabía que ella me daba esa chispa, pero lo oculté, después mágicamente coincidimos en la parada y resultó que vivíamos muy cerca, hablamos, esa chispa sólo aumentó y aumentó, parecía que nos conocíamos de años, pude ser yo, y no esa basura.
Con ella pude reír, y disfrutar, lo mínimo que pasamos juntos me hace sentir yo, me hace sentir en casa, a salvo. Podría sonar loco pero no he hablando mucho con ella, y eso poco, hizo que yo la adorara.
Pero mi amigo ya estaba saliendo con ella. No pude hacer nada, así que decidí comerme mis sentimientos y tirar a la mierda ese sentimiento, esa sensación, esa chispa que me hace sentir. Mi amigo es una gran persona, y no habría mejor para ella. Es decir, mírame. - Agaché la cabeza y la miré.
- Yo veo, a un chico, valiente, que admite que nunca había sentido nada igual antes y está siendo un completo idiota por pensar que puede deshacer esos sentimientos. - Yo me sorprendí ante su comentario haciendo un gesto de asombro.
- Así es papá, si crees que vas a volver a sentir esa chispa con alguien más, estás equivocado. Y también estás equivocado si crees que vas a olvidarle, no señor. - Podía sentir como al pensar tan sólo en ella sentía esa chispa.
- Creo que alguien debe arreglar algunas cosas al salir de aquí. - Acarició mi cabello.
- Tengo que decirle ¿Cierto? - Le miré.
- Tienes que decirle, y a tu amigo también. No tengas miedo de sentir, eso es lo que hacen los humanos. - Me miró fijo regalándome una dulce sonrisa.
- Bien. - Se los diré.
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𝘾𝙖𝙣 𝙄 𝙘𝙖𝙡𝙡 𝙮𝙤𝙪 𝙩𝙤𝙣𝙞𝙜𝙝𝙩 [Timothée Chamalet]
FanfictionNo es fácil descubrir quién eres, pero es mejor cuando lo haces con alguien a tu lado.