Capítulo 3

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El hombre de azabache mirada observó al pequeño chico de oliva cabellera, se mantuvieron así por unos minutos; con la expectante mirada atenta de Izuku y el calmado silencio pensativo de Aizawa.

-Algo que dice que no me dejarás negarme...- bufó con un poco de diversión en su calmo tono mientras se dirigía a tomar asiento en el frío suelo. Izuku por su parte le siguió rebosante de alegría, se sentó justo al lado de Aizawa y ambos cerraron los ojos sin pronunciar una palabra, uno con su radiante sonrisa y el otro ocultando su expresión bajo su bufanda.

Ambos gozaron un par de minutos del amable viento que parecía silbar paz en el ambiente, hasta que Izuku abrió los ojos, dejando ver aquellas brillantes esmeraldas y tomando uno de sus dulces preferidos, los abrió y antes de tomar uno solo se dirigió a su profesor a su lado.

-¿Quiere uno? Son geniales, a mí me encantan- Ofreció de sus queridos dulces a su profesor, quien al abrir los ojos solo tomó uno en silencio, para después sacar de su bolsillo una bolsa de gomitas ácidas, no eran sus favoritas pero siempre las cargaba en el bolsillo ante la posible falta de energía.

Sin mencionar una palabra abrió la bolsita y la extendió hacia el joven de jade mirada cálida.

-¿Puedo tomar uno?- cuestionó un poco confundido por la acción del hombre silencioso frente a él, quién solo le miró fijamente con obviedad.

-¿Acaso crees que solo te las estoy enseñando o algo así?- Respondió sarcástico acercándole aún más la bolsa de gomitas.

-Jeje, cierto- Un poco avergonzado tomo una gomita y la probó, al sentir la sorpresiva acidez de las gomitas hizo una singular mueca que expresaba el inesperado sabor, sacó un poco la lengua al sentir el ácido sabor en su paladar, contrayéndo levemente sus hombros hacia arriba.

El mayor hombre de azabache cabellera no pudo evitar soltar una carcajada, Izuku en respuesta hizo un infantil puchero de enfado.

-Buuh, sensei no me dijo que eran tan ácidas, eso es trampa- se cruzó de brazos con un fingido enojo y comenzó a comer mientras su maestro no evitó seguir riendo ruidosamente por unos momentos más.

-Jajaj..en serio debiste ver tu- tu cara- Reía entrecortado. Poco después el estómago del normalmente serio o sombrío profesor comenzaba a doler de tanto reír, y como si de una enfermedad se tratase, le contagió su risa a su acompañante, y en un solo instante ambos se hallaba ríendo  a la par del otro, permaneciendo así por varios minutos infinitos, llenos de aquél ineflable ambiente de comodidad y graciosa calma entre amigos cercanos.

Cuando al fin lograron dejar de reír comenzaron sus respectivos almuerzos, dando una probada de lo propio al otro de vez en cuando e incluso alimentándose el uno al otro.

Una curiosamente armoniosa escena transcurrió entre ambos sin que se percataran, terminaron hablando de trivialidades y hasta de gustos personales. Cualquiera que les viese podría pensar que eran viejos amigos y no maestro y alumno, pues para Aizawa, Izuku se comportaba muy maduro para su edad, mientras que para Izuku, Aizawa era muy infantil.

Al finalizar el descanso recogieron sus almuerzos y dieron paso a la entrada al edificio.
-Sería mejor si bajas tu primero- mencionó el azabache volviendo a su habitual tono cansado y actitud desganada.
-¿Por qué? No estamos haciendo nada malo- Preguntó Izuku inocentemente, pues no pensaba que nada de lo sucedido en el descanso fuese malo o tuviese que ocultarse.

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