La verdad no encuentro historias dekubowl para leer asi que dije "porque no escribir una?" y aqui estoy. Ships legales e ilegales, sin pareja confirmada, puedo incluir ships a peticion. Los personajes pertenecen a la obra de Kohei Horikoshi "Boku no...
Ya se hallaban la mayor parte de estudiantes durmiendo profundamente. Minutos antes, Izuku tomo discretamente las pastillas que anteriormente había traído de su habitación, las ingirió con un gran sorbo de agua y se acomodó en un futón en el medio de Denki y Katsuki, quienes yacían totalmente dormidos hasta incluso roncar levemente, un poco ansioso se recostó deseando no tener aquellas innecesariamente intensas pesadillas que tendía a soñar constantemente.
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Se oían innegables alaridos de agonía, que soltaba aquel joven de brillante mirada viridian, cerraba sus ojos frustrado, podía sentir más de un toque sobre su cuerpo fuertemente sujetado, sentía repugnancia en todo su ser, desesperado y tan frustrado como pudo estarlo siguió gritando, suplicando y repudiando; pidiendo a gritos poder salir corriendo, soltarse de aquél repugnante agarre y toque en aquella piel blanca.
Dentro de sí solo había desesperanza, dolor y repudio, deseó más de una vez que llegase alguien, quien fuera y le ayudase, más ese alguien nunca llegó. Gritó una y otra vez, desgastando aquella ya desgarrada voz totalmente atemorizado, asqueado, frustrado y repudiando.
Sentir aquel malintencionado toque brusco y desconsiderado sobre su temblorosa piel de seda le hacía querer uír, aún si eso significará la muerte, tembloroso forcejeo una y otra vez ante el agarre de las más de tres personas sobre el. Tenía miedo, estaba asustado y asqueado, tanto que no era posible describirlo en palabras, solo cerró sus ojos y espero con todas sus fuerzas que todo acabase, que le soltaran y dejasen en paz. Lágrimas desconsoladas escurrían de sus apretados ojos y su entrecejo hacía fruncido de frustración, su boca lanzaba dolorosos alaridos y súplica, pidiendo a gritos que le dejasen en paz, que le soltacen y pudiera entonces dejar de sentir todo el punzante dolor en cada parte de su cuerpo.
Gritó una y otra vez, de agonía, de frustración, amargura y tanta emoción dolosa se pudiera pensar. Y justo cuando aquellos despiadados hombres quienes no prestaban menor atención a sus alaridos suplicantes estuvieron a punto de destrozarle por completo como antes había sucedido, despertó.
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Gran parte de personas en la sala de había despertado, exaltados en su mayoría por los jadeos y gemidos de dolor emitidos dentro de la sala, la mayor parte solo se levantó suavemente a ver, notando que dichos alaridos eran provenientes del joven de cabellera revuelta de tonos turquesa oscuro.
