Capítulo 21

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Había transcurrido el tiempo lentamente desde que Katsuki dejó a Izuku sobre su cama.
Intentó dormír por unos minutos y al obviamente no lograrlo se rindió sobre ello, reposó un rato más mirando en dirección a la ventana y al una vez más no caer sobre los brazos de Morfeo bufó y se levantó del cómodo colchón.

Aburrido y sin tener idea de la acción que haría después, se sentó en la silla de su pequeño escritorio y abrió su laptop con el efímero objetivo de escribir un poco mientras el sueño venía hacia el.

Por una hora entera escribió párrafo tras párrafo hasta que agotó sus ideas y creatividad. Falló una vez más en intentar agotar su energía y dormir.

Desganado y sin poder dormir, terminó por caminar directamente fuera de su habitación teniendo como destino la sala de estar del edificio que, afortunadamente se hallaba en silencio.

El joven asomó su mirada viridian hacia la sala de estar que se mantenía totalmente deshabitada, al notarlo, Izuku dió paso a la cocina de donde sacó una pequeña caja con chocolates y dulces oculta en un cajón escondido, para después tomar una bot...

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El joven asomó su mirada viridian hacia la sala de estar que se mantenía totalmente deshabitada, al notarlo, Izuku dió paso a la cocina de donde sacó una pequeña caja con chocolates y dulces oculta en un cajón escondido, para después tomar una botella de agua y dirigirse a los sillones.

Se sentó en la esquina del sofá más largo y se hizo bolita, poniendo en sus piernas la caja de dulces y a su lado la botella de agua.

Tomó su celular y se colocó los audífonos para después comenzar a ver en la pantalla vídeos de patinaje artístico, baile y música clásica. Se halló a sí mismo inmerso en aquellas grabaciones, cerrando los ojos e imaginando cómo sería poder aprender a patinar al son de la música, como sería ser él quien estuviese en vista de todos bailando o tocando una meliflua melodía que enternezca a la audiencia dejándole en trance como ahora estaba el al escuchar la música.

Con los ojos cerrados una sonrisa involuntaria dió paso sobre su rostro y comenzó a mover su mano de un lado al otro según oía la música en sus audífonos mientras masticaba con goze el chocolate dentro de sus mejillas.

El tiempo pasó y siguió pasando sin terminar aquél momento de calma total llena de inspiración y sentimientos inefables que la música y la noche despertaban en el chico de cabellera esmeralda.

De pronto, el abrupto sonido de los pasos suaves de alguien desde la puerta le sacó de aquél trance en ataraxia.

Se quitó los audífonos no sin antes poner pausa al video en su reproductor y volteó la mirada en busca del intruso a su calmada noche en vela.

–¿...Izu?– Llamó extrañado el joven de azabache cabellera y ojos almendrados.
–¿Hancchan?¿Qué haces aquí?– Curioso preguntó al notar el sigilo en los movimientos del azabache.

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