Capítulo 25

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Transcurrieron horas enteras durante las que, Izuku cantaba melodía tras melodía para después, pararse de pie y comenzar el sonido del violín que tenía consigo.

Con la lluvia rebotando en sus rizos y en el monócromo césped, lavando su alma y sus lágrimas.
Las gotas que resbalaban por sus mejillas pecosas arrastraban consigo todas aquellas emociones atascadas en su corazón, siendo llevadas a la luz a rastras por las cristalinas lágrimas, opacadas por el sonido de su violín al compáz del viento.

Cerca de la sentimental escena estaban dos grupos de personas procesando lo que sucedía frente a sus ojos.
Uno de los grupos se conformaba por Uraraka, quién desde el principio se halló llorando en silencio, Kirishima colmado en preocupación por el estado emocional, Denki quién más allá de todo disfrutaba de la música, Tokoyami que los acompañó por curiosidad y estaba tratando de asimilar lo que ahora sabía acerca del alegre joven de mirada esmeralda, y finalmente Katsuki, quién sin poder estipular una sola palabra trataba desesperadamente de asimilar lo visito mientras se hacía centenares de preguntas que no dudaría en hacerle al pecoso.

Del otro lado, estaban tres jóvenes curiosos, Dabi, Tomura y Toga, los tres especialmente interesados en el joven protagónico de la melancólica escena.
Dabi se hallaba curioso y junto a Tomura, se mantenía expectante de poder conocer más sobre el, de resolver las dudas surgidas con la escena y tal vez en el proceso, acercarse un poco a él, sonriendo sin darse cuenta.
Toga por su cuenta solamente admiraba la estética en la escena y lo bien que congeniaban los elementos con el protagonista de la misma, actitud extraña de alguien cuyo comportamiento libre era reconocido.

Toga por su cuenta solamente admiraba la estética en la escena y lo bien que congeniaban los elementos con el protagonista de la misma, actitud extraña de alguien cuyo comportamiento libre era reconocido

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Horas y horas transcurrieron y nadie presente se percató. Izuku se mantenía bríago de sentimientos, enfocado en la música y en los recuerdos, queriendo morir y vivir con la misma intensidad.

Un momento hablaba con su madre sobre sus amigos, su reconciliación con Katsuki, los apodos que compartía con los chicos del bakusquad, la pronta cena con Shoto, su misterioso amigo de ojos se zafiro y muchas otras experiencias contadas con lujo de detalle y una hermosa sonrisa acompañándoles. Al siguiente, cantaba o tarareaba cada tono y melodía que se le ocurría, impregnando con su discreta voz ruidosa por todo el lugar, clavándola en el corazón de quienes le escuchaban, de entre los cuáles, tal vez, se hallaba su cálida progenitora mirándola orgullosa sin que el peliverde le pudiese devolver la mirada.

Tras efímeros momentos más entre la calida incertidumbre de los recuerdos quebrantando el alma del joven de orbes jade, de pronto, de su respingada nariz comenzaron a brotar gruesas gotas de sangre, escapándose hasta caer al césped.
–...¿Ah...?...Oh, se me hizo tarde– Agachando la cabeza vió de reojo la pantalla de su celular que marcaba las 4:30 pm en punto.
–Debí comer algo antes de venir...mi culpa jeje...– Se avergonzó de si mismo, como si se excusara ante su madre a quién había ido a ver.

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