Capítulo 18

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Izuku se hallaba frente a la entrada de una ostentosa compañía de moda altamente reconocida en todo el mundo, provocando su nerviosismo que definitivamente ocultaría, pues no querría dar una mala impresión cómo cree que sucedió en su club de música. Respiró profundamente y entró sonriente, para después acercarse a la recepción del edificio.

–Buenas tardes señorita, vine a buscar a Nemuri Kayama, acordé tener una cita con ella a esta hora– Indicó cordial intentando mantener la neutralidad en su expresión.
–¡Oh, por supuesto! Usted es el chico del que habló la Directora, acompáñeme por favor, lo llevaré a la sala de prácticas, la directora le espera ahí– Explicó cortés mientras se levantaba de su asiento para dirigir al pecoso a una amplia sala repleta de espejos y suelo de madera.

–Muchas gracias por traerme señorita– Le agradeció con tranquilidad aún si interiormente se moría de nervios.
Al entrar a la sala mencionada se encontró con varios jóvenes de más o menos su edad estirándose, caminando, descansando y ejercitándose frente a un espejo supervisados por una mujer de cabellera añíl y ojos de zafiro; ojos que el chico de mirada esmeralda reconoció de inmediato.

Se acercó a la mujer vacilante mientras sin razón, una alegre canción resonaba dentro de su cabeza, dibujando una brillante sonrisa en su rostro perfectamente adornado de pecas simétricas.

–Hola– Entró en el campo de visión de la mujer de cabellera índigo, que de inmediato le volteó a ver enérgica.
–¡Chico lindo! ¡Al final si viniste! Jaja. Corre, ven conmigo– Sin dejar despabilar al peliverde alzó su tono de voz y señaló un pequeño escritorio con dos sillas en la esquina de la amplia sala.

Cuando ambos dieron paso al mencionado escritorio la mayor parte de las personas presentes les voltearon a ver, llegando a un estado parecido a la embriaguez, con la mirada desertada, en básicamente un estado extaciante, bríagos de la belleza incomparable y la calmada aura del chico de cabellera viridian con una sonrisa en los labios que seguía a su contraria ignorando la atención puesta sobre sí.

–Toma asiento, Izuku, ¿Cierto?– Se acomodó en su silla la mujer de mirada zafiro.
–Si, así es Kayama-san– Afirmó mientras tomaba asiento calmando sus nervios tanto como podía.
–Bueno, dejémos las formalidades, solo te diré lo más importante.– Indicó mientras enderezaba su postura portando una neutra expresión de negocios.
–Entendido, siga por favor– Le sonrió en respuesta con calma en su expresión por más ansioso que estuviese su interior.

–Eres hermoso, una maldita obra de arte en vida y estoy segura de que fuíste tallado personalmente por los dioses, cualquier ser humano normal que te viese se sentiría obligado a enamorarse de tí– Afirmó con la mirada más seria que podía hacer.

–¿Eh?– Le miró desconcertado.
–¡Y por eso! Creo que todo el mundo debería tener derecho a apreciar y alabar tu belleza incomparable, cosa que podrías hacer con facilidad trabajando como modelo ¿Estás de acuerdo?– Propusó enérgica recuperando su habitual expresión.
–Pfft– Jajaja, lo siento pero...jajaja...no se cómo reaccionar a tantos halagos...muchas gracias supongo jeje– Agradecía entre melódicas y modestas risillas.

Al otro lado de la sala, un chico de mirada cansada y orbes amatista junto a una revuelta cabellera del mismo tono lila brillante que se hallaba descansando, entre jadeos de fatiga y sudor recorriendo su frente miraba perplejo al joven cuya mirada jade yacía lúmina de emoción.

Al otro lado de la sala, un chico de mirada cansada y orbes amatista junto a una revuelta cabellera del mismo tono lila brillante que se hallaba descansando, entre jadeos de fatiga y sudor recorriendo su frente miraba perplejo al joven cuya mirada...

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