Capitulo 44

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Izuku corrió apenas divisó el parque infantil, adueñándose de uno de los asientos libres en los columpios de frío metal.

Al abalanzarse sobre éste, se le escapó una carcajada alegre que contagió a sus acompañantes y a su vez, atrajo la atención de un niño que jugaba solitario dentro del arenero.

Poco antes de que el joven héroe empezará a mecerse aferrado a las cadenas, cierto niño desconocido de cabello grisáceo y orbes abismalmente negros.
Detrás de ambos "niños" estaba la madre del más pequeño y las amistades del segundo.

-¡Oye!- Exclamó el infante anónimo de aproximadamente 5 años.
Izuku reparó en el chiquillo de mirada curiosa y se apresuró a sonreírle.
-¿Si?- Le respondió con calma.
-¿Por qué estás vivo?.- Cuestionó el infante con la más inocente curiosidad.
-...¿Eh?-

La abrupta cuestión sacudió el silencio. La madre del niño se apresuró a ir tras el, no sin antes deja ir un suspiro exhausto.
-¿Cómo sigues vivo? ¿Estás vivo realmente?- Repitió el menor, cada vez más enfático.
El joven de vivirían mirada se tragó su sorpresa apenas se dio cuenta de que los orbes del chiquillo brillaban atentamente mirándole.
Estaba utilizando su quirk, probablemente recién adquirido.

-Bueno...La verdad es que yo tampoco estoy muy seguro, nene, ¿Por qué lo mencionas? ¿Acaso luzco como un fantasma y te asusté?- Jugueteó con las manos, imitando a un robotico fantasma. El niño no se inmutó.

-Te ves peor que uno, nunca vi nada más roto que tú, y menos que pudiera hablar y respirar- Explicó, mientras su inexperiencia se hacía evidente a medida que trataba de explicar la situación con sus manos.

Antes de que el de cabellos verdosos pudiese responder, la madre del no identificado pequeño le dio un leve golpecito a su cabeza a modo de reproche.

-¡Cariño!¿Qué te dije respecto a activar tu quirk en extraños?-Reprochó la bastante joven mujer, cuyos ojos idénticos a los de su hijo no pudo controlar, pues éstos también se iluminaron de manera similar, hasta que la dama desvió la mirada con una gota de sudor recorriendo su frente y las mejillas rojas debido a la vergüenza, hizo justo lo que acababa de impedir hacer a su hijo.

-¡Oh! Por favor, no se preocupe madame, no hay problema, seguro que su bebé tiene un don asombroso ¿eh?- Farfulló acariciando ligeramente al niño que aún le observaba con los orbes iluminados.

-Y-yo...Lo siento mucho si te incomodamos, la verdad es que...Tanto éste chiquitín como yo tenemos un don cercano a la "apreciación"- Se apresuró a explicar a mujer después de disculparse con una sutil reverencia.

-Podemos ver más allá del físico de una persona...Más específicamente, heridas, emocionales o psicológicas...- Se aclaró la garganta para continuar. A éste punto, los acompañantes de Izuku ya le rodeaban protectores.-Y...¿Estás bien?, Sé que no debería ser tan entrometida, pero mi hijo tiene razón...Una persona tan...Herida como tú no...Normalmente ya habría- Agachó la cabeza al murmurar la palabra-...Muerto hace mucho.

Al terminar, la dama, estrechando la regordeta mano de su hijo, le dedicó a Izuku la más sincera de las miradas de preocupación.
Él guardó silencio por un momento, esbozando una mueca de meditación, para después sonreír y acariciar gentilmente la cabeza del pequeñín antes de contestar.

-Estoy mucho mejor que antes, y confío en qué estaré aún mejor en el futuro... muchas gracias por preocuparse, pero voy a estar bien.- Sonrió con firmeza, mirando furtivamente a su pequeño grupo de amigos quienes pese a permanecer callados, expresaban apoyo a sus palabras con gestos y expresiones.

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