Lugares

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- ¿qué tal están? - pregunta mi novio haciendo que volteé a ver los pancakes que el preparo por quinta vez.

- Están deliciosos- le informo provocando que sonría y vuelva a concentrarse en su comida.

Por extraño que parezca desahogarme, dejar los secretos y las sombras, es liberador, me siento más tranquila ahora que Dawson sabe la verdad. Anoche después de tranquilizarme, empezamos a orar, eso mejoro las cosas y con ello sentí que el peso de conciencia en mis hombros ya no era tan pesado.

- Tessa pidio que no tardemos mucho, pues tu tienes que ir a la universidad y yo a trabajar. - me recuerda y yo asiento con la cabeza, pues tengo la boca llena como para hablar.

Ambos comemos sin decir una palabra, procurando comer lo más rápido posible pero sin atragantarnos.

Luego de comer, el resto fue más sencillo, ambos salimos de casa, Dawson se encargó de dejarme en la universidad, para seguidamente marcharse a la empresa.

- Alison. - dice alguien a mis espaldas y la persona con la que me encuentro al voltear hace que el buen humor que llevaba decaiga un poco, pero me mantengo firme, tratando de no abandonar mi paz interna.

- ¿ Que quieres Dina? - el cansancio es palpable en mi voz, pero no lo disimuló, la situación con ella está hastiándome.

- tenemos cosas que arreglar y no... - el timbre hace que sus palabras queden suspendidas y esa es mi oportunidad para zafarme de la situación.

- Lo siento Dina debo irme.- me muevo del lugar sin siquiera darle oportunidad de hablar. Y agradezco internamente a Dios que me librará de la situación.

El resto del día transcurre normal, y gracias a Dios no vuelvo a toparme con Dina. Aunque claro, a pesar de que es la hora de salida sigo alerta, no quiero que otro altercado como el del estacionamiento se repita.

- ¡Alison! - en el momento en el que llaman a mi nombre me tenso. Busco con la mirada a quien sea que hablo y ruego internamente que no sea Dina quien esté llamándome.

- ¡Alison! - vuelven a llamarme y está vez me percato que no es Dina quien me ha llamado, sin embargo no reconozco la voz. - ¡Ali! - hablan nuevamente y está vez mis ojos se posan en la persona que está prácticamente gritando mi nombre. ¿Qué hace aquí?

- ¿Karina? - hablo confusa. Mientras la observo acercarse a mí.

- hola. - dice cuando queda frente a mí.

- hola. - suelto aún confusa.

- si, ya se que te estarás preguntando qué hago aquí. - dice adivinando mis pensamientos. - pues tú novio me llamo para pedirme que te recogiera. - explica. - me pidió que te dijera que el está atestado de trabajo y que tu tía aún no sale del hospital. - informa.

- Bueno... Me alegra que hayas venido. - digo sincera. - pero no te hubieras molestado, podía tomar un taxi. - digo provocando que un bufido mezclado con una sonrisa broten de sus labios.

- si lo se. - dice sonriendo y es aquí donde yo me pregunto por qué se ríe. - pero si te dejaba ir en taxi, entonces no podría tener un tiempo para que nos hagamos amigas. - suelta aún con la sonrisa en el rostro, la cual me contagia.

- ¿Quieres ser mi amiga? - pregunto incrédula.

- claro. si no por qué mas estaría aquí. - dice con más entusiasmo. - la pregunta aquí es ¿Tu quieres serlo? Digo, seré la típica amiga cristiana que no parará de hablarte de Dios en ningún momento, que orara contigo y que estará ahí si la necesitan. Etc. - su forma de decirlo me causa gracia, pues lo hace parecer dramático.

prueba de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora