Amor... parte 2.

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Es el, mi hermano, la persona que mas amaba, el era mi balsa cuando no tenia a nadie para mantenerme en pie, cuando no tenia a Dios como el guía de mi vida.

Cuando mi padre se portaba indiferente pensaba en Adison, en cada cumpleaños pensaba en Adison, cuando perdí al bebe pensé en Adison y cuando Dante abusaba de mi pensaba en mi hermano y en todos los recuerdos que tenia con el.

Tenia al ser que mas había extrañado frente a mi. A mi hermano a ese que mi madre quito de nuestras vida, a ese por el que yo hubiese deseado morir. El estaba aqui y se veía feliz. Con todas las memorias que construimos juntos haciendo música en mis sentidos, decido acercarme, sin embargo me detengo a escasos centímetros de distancia. El carpintero me sigue de cerca.

- Adison - le hablo tratando de llamar su atención, si no me reconoce al menos quisiera hablar con el. Pero el no responde a mi llamado, no voltea a verme en ningún momento.

- Alison, el no responderá a su nombre terrenal, aqui el tiene otro nombre. - me aclara. Y sus palabras me descolocan. - escucha, se lo que sientes y lo que piensas, pero te aseguro que esta bien. - dice poniendo su mano sobre mi hombro tratando de reconfortarme.

Y es entonces cuando recuerdo haber leído acerca de esto en la biblia.

Apocalipsis 2:17

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.

- lo esta. -afirmo, la felicidad me invade y sonrió en consecuencia, El esta bien y eso es lo que importa. Volteo hacia el carpintero y con la mirada le pido que nos vallamos lo cual el acepta y me guía a un sendero.

Yo camino tras el observando a la lejanía a Adison y no volteo hacia el frente hasta que ya no es perceptible para mi.

- El lugar es hermoso - digo mientras sigo al hombre frente a mi.

- gracias.- dice y yo sonrió. - llegamos. - me informa y entonces me pongo a su lado, mi mirada viaja al lugar que el observa y me encuentro con un pequeño taller de madera, con cualquier cantidad de herramientas.

- Vamos - pide mientras avanza y yo le sigo.

Al entrar lo primero que hace es dejar el canguro de herramientas sobre la mesa de trabajo yo por mi parte tomo asiento en una silla de madera frente a la mesa.

- estuve pensando... - digo de pronto provocando que el me vea atento. - en que aun no conozco su nombre. - digo tratando de sacar la duda que se acaba de formar en mi cabeza. El toma una silla y se sienta frente a mi.

- creo que tu ya sabes la respuesta. - dice recordándome que el sabe lo que pienso, pero escoge escucharme.

- Jesús. - digo sin temor a equivocarme.

- hola Alison.- me dice con una sonrisa en el rostro la cual yo correspondo.

- gracias por dejarme ver a mi hermano. - digo con sinceridad sonriendo nuevamente y el sonríe en respuesta.

- ¿por que estoy aqui? - pregunto borrando la sonrisa de mi rostro con un poco de temor a la respuesta.

- ¿Tu por que crees? - me pregunta.

- Por que estoy muerta. - digo en respuesta.

- Alison, recuerda que el que cree en mi aunque este muerto, vivirá. - me recuerda. - pero, no, no estas muerta.- me aclara. - Alison, hay algo que quiero mostrarte. - dice y se levanta del asiento para dirigirse a uno de los gabinetes, del cual saca un pequeño cofre. - toma. - me lo extiende mientras se sienta nuevamente. Yo tomo el cofre en mis manos y con cuidado lo abro. En el encuentro varios papeles blancos doblados. Mi vista viaja a Jesús y luego al cofre.
- ábrelos - pide y es justo lo que hago.

Tomo uno y pongo el cofre sobre mis piernas, para luego desdoblar el papel, en la parte superior esta una fecha y en la parte de abajo lo que parece ser una oración. Tomo el siguiente y aprecio lo mismo con una petición diferente, sigo abriendo, leyendo, analizando todos y cada uno de los papeles hasta llegar al ultimo, no he sido consiente en que momento empecé a llorar, pero justo ahora era lo único que podía hacer.

En la parte inferior de lo que ahora se son cartas esta escrito el nombre de mi papa. Joel Casares.
Cada una de las cartas tiene una petición por cada situación donde me es revelada la niñez y parte de la adolescencia de mi padre, haciendo de mi entero conocimiento cosas que no imaginaba el hubiera pasado. Sin embargo si lo pensaba bien se parecía mucho a lo que yo había vivido.

Sus padres se separaron, y su madre callo en alcoholismo, a causa de eso falleció, su padre se centro en su hermano poniendo toda su atención en prepararlo lo suficiente para que tomara su legado como empresario, desgraciadamente esto no resulto como el esperaba pues su hijo idolatrado murió en un accidente. Fue así como mi padre termino recibiendo la herencia de mi abuelo quien se encargo de llevarlo a los limites solo para poder demostrarle que estaba listo para tomar el mando, lo humillo, lo insulto y lo lastimo de muchas maneras, para el nunca eran suficientes sus esfuerzos pues decía que nunca lograría superar a su hermano. Esto lo lleno de rencor hacia su padre.

Mi progenitor tenia secuelas en su vida. Heridas que estaba segura aun no había sanado. "la maldición de los padres seguirá a los hijos hasta la cuarta generación" recordé y fue entonces cuando lo entendí, yo necesitaba romper esa maldición, yo no podía permitir que la historia se repitiera.

Sabia bien lo que debía hacer a diferencia de mi padre yo tenia a Jesús conmigo, literalmente.
Deje la caja un lado y cerré los ojos.

-LO PERDONO.- suelto en un sollozo, desde lo mas profundo de mi ser,  ahí donde sentía la sinceridad de mis palabras, esas que marcaban un antes y un después en mi vida. Las lagrimas formaron un recorrido sin fin en mis mejillas no podía dejar de sollozar y de sentir que estaba liberando una carga.

Los brazos del carpintero me rodearon, el abrazo era cálido y reconfortante.

- lo hiciste bien.- dice separándose de mi - ahora eres libre de toda maldición en tu vida. - dice observándome con ternura, mientras limpia mis lagrimas. - Alison nunca olvides cuanto te ama el padre y cuanto te amo yo. - dice para luego volver a abrazarme.
El momento es emotivo y lleno de paz, por lo tanto me permito cerrar los ojos para disfrutarlo.
Te amo Señor. Pienso mientras agradezco una y otra vez el tenerlo en mi vida.

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