El Espíritu.

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Dawson.

Ali y yo estábamos en mi auto, yo seguía tratando de que comiera algo de lo que le traje, pero ella seguía sin probar nada. Justo cuando logró serenarse, le avisé a los chicos que nos iríamos, inicialmente la llevaría a casa pero decidí parar a buscarle algo de comer, era probable que no hubiera comido.

- ¿ Te sientes mejor? - pregunté al verla perdida en sus pensamientos, tenía los ojos y la nariz roja por haber llorado, algunas veces soltaba suspiros entrecortados, lo que de cierta forma me resultaba dulce.

- si - suelta en un susurro ronco, podía ser capaz de percibir la fragilidad que había en su interior. - no lo entiendo, no sé qué fue lo que pasó - dice con la vista perdida en sus dedos, estaba alterada, el no tener el control de la situación estaba frustrándola.

- ¿No sabes por qué estabas llorando? - pregunto porque para mí es un tanto confuso el hecho de que no sepa lo que sucedió.

- no - asegura. - es extraño, yo no lloro Dawson - su voz sale ronca y sus ojos se cristalizan, estaba sensible, y cada vez que hablaba parecía ser como un aviso para que sus lágrimas hicieran presencia. - ni siquiera atravesando los momentos más dolorosos, me pongo así. - eso, yo lo sabía mejor que nadie, nunca la había visto llorar.

- tranquila - digo secando una lágrima de su mejilla. - trata de recordar que fue lo que pasó.- propongo.

- es que no lo se, no estoy segura, pero tiene que ver con esa canción, había algo en la letra que me causo esto. - dice viéndome con esos ojos que ahora brillaban a causa de las lágrimas.

- Ali. Dime, ¿En qué pensaste mientras escuchabas esa canción? - pregunto tratando de encontrar el alfiler que ella no puede ver, ese que explica el por qué esta así.

- en Jesús. - dice sin más - la letra de la canción me hizo pensar en lo que él hizo en la cruz, eso que el pastor ha predicando durante el tiempo que llevo visitando la iglesia, eso mismo que tú me haz explicado muchas veces y que con dificultad he logrado comprender. - relata absorta en su relato. - hoy lo cuestione, hoy me pregunte, ¿por qué? ¿Por qué hizo eso? ¿Por qué morir por alguien como yo? ¿ Por qué morir por mis pecados? ¿por qué perdonar todas mis fallas? ¿Por qué pasar por todo ese dolor? - dice en medio de lágrimas.

- ¿Y encontraste una respuesta? - pregunto, aún sabiendo lo que dirá.

- por amor a mí. - dice viéndome a los ojos, esos que ahora mismo, me dejaban ver qué era lo que estaba provocando toda esta nueva experiencia para ella.

- si Ali, lo hizo por amor a ti. - afirmo, tomándola de los hombros para acercarla a mí y abrazarla, en este instante mis lágrimas se abrieron paso, lo que había en ella, yo podía sentirlo, yo podía experimentarlo.

- ¿Qué es esto? - su voz ahogada se escuchaba desconcertada. Ella no podía comprenderlo aún.

- esto, es el Espíritu Santo. - contesto a su pregunta tratando de disolver su duda, su cuerpo se separa del mío, para luego posar su mirada en mi, mostrándome su confusión.

- ¿Que? - pregunta incrédula.

- si, ¿recuerdas que me preguntaste por qué llorábamos cuando orábamos? ¿Recuerdas lo que te respondí?  - ella solo asiente dándome pauta para proseguir - bien es justo esto. Tu lo estás sintiendo al igual que yo en estos momentos. Es por eso que puedes llorar ahora, fuiste tocada por el Espíritu Santo. - explico en medio de lágrimas.

- ¿tocada por el espíritu? - suelta en medio de una sonrisa y lágrimas. - ¿Tu lo sientes? - pregunta viéndome a los ojos.

- si - afirmo con lágrimas rodando mis mejillas, las cuales seco con el dorso de mi mano. - ¿Qué tal se siente? - pregunto con una sonrisa, a pesar de saber lo que se sentía, era algo que muchas veces no se lograba explicar, pero aun siendo conocedor de eso, esperaba que ella pudiera explicarlo.

- se siente raro. - dice limpiando sus mejillas, lo que era un tanto inútil pues nuevas lágrimas aparecían. - pero, es placentero - dice en medio de un suspiro tratando de serenarse.
- y es algo que no quisiera dejar de sentir - admite.

- te aseguro que está no será la última vez, si no la primera de muchas. - aseguro, provocando que ría, su risa se escucha melodiosa ante mis oídos y eso me dio el valor para hablar.
- te quiero Ali. - confieso sin pensarlo. Mis palabras la sorprenden, pues se queda con la mirada fija en mi por unos segundos, en ese momento pánico crudo se instaló en mi estómago, temía a su reacción, sin embargo lo que sucedió, fue lo que menos espere, ella simplemente sonrió para luego abrazarme.

- yo también te quiero Dawson - confiesa con un tono que se me antojo dulce, haciendo que yo responda a su gesto, sabía que era sincera y también sabía que esas palabras no era algo que ella le dedicará a alguien fácilmente, pero me alegraba saber que las había dicho para mí.

Interiormente y sin que ella fuera siquiera capaz de imaginarlo, le di infinitamente gracias a Dios por ponerla en mi vida y por habernos permitido a ambos llegar hasta aquí.

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