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Diecisiete días
Parte IV


—A estas alturas todos os habréis dado cuenta de que hoy damos la
bienvenida a un nuevo alumno —Francesca tenía una voz grave y melosa, como la de una cantante de jazz.


Steven sonrió dejando ver el brillo de su blanca dentadura.


—Dinos, Chris, ¿qué te ha parecido hasta ahora la Escuela de la Costa?


Chris palideció mientras el resto de la clase se giraba ruidosamente hacia el
en sus pupitres. El corazón empezó a latirle deprisa y se notó las palmas de las manos húmedas.


—Todavía no me he acostumbrado a la Escuela de la Costa—Le temblaba la voz, traicionándolo, y reverberando en el techo inclinado—Pero hasta el
momento está muy bien.


Steven se rió.

—Bueno, Francesca y yo hemos pensado en ayudarte a sentirte cómoda aquí y por eso hoy vamos a posponer las presentaciones que hacen los estudiantes los martes por la mañana.

Al otro lado de la sala Shelson exclamó:


—¡Bien!

Chris observó que su compañero de habitación tenía sobre el pupitre una pila de tarjetas y un póster grande a los pies en el que se leía LAS APARICIONES NO SON TAN MALAS.

Así que Chris le acababa de salvar de tener que hacer una presentación. Aquello tenía que ser bueno para la relación entre compañeros de habitación.


—Lo que Steven quiere decir —intervino Francesca— es que vamos a hacer un juego para romper el hielo.


Se bajó de la mesa y anduvo por la sala taconeando mientras repartía una hoja de papel a cada estudiante.

Chris esperó a oír el coro de quejidos que esas palabras suelen provocar en un grupo de adolescentes, pero todos sus compañeros se mostraban conformes.

Cuando Francesca dejó el papel en el pupitre de Chris, dijo:


—Este ejercicio está pensado para que te hagas una idea de quiénes son
algunos de tus compañeros y qué objetivos perseguimos en esta clase.

Chris miró el papel. En él había dibujadas veinte casillas, cada una con una frase. El ya había jugado a ese juego en una ocasión, de pequeño, en unas colonias de verano al oeste de Georgia y también un par de veces cuando asistía a clases en Dover.


—Si no hay preguntas —dijo Steven al frente de la sala—ya podéis empezar.


—Salid fuera y disfrutad —añadió Francesca—Tomaos todo el tiempo que necesitéis.

[ El poder de las Sombras ]▪︎ChrisdielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora