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Siete días
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arte I


El viernes por la mañana, Chris se restregó los ojos antes de abrirlos y posó la vista en el reloj. Las 7.30.

Apenas había podido conciliar el sueño: estaba hecho un lío, se sentía tremenda mente preocupado por Dawn y seguía enfadado por la vida anterior que había presenciado un día antes a través de la Anunciadora.

Había resultado espeluznante ver los momentos previos a su muerte. 

La cabeza de Shelson asomó desde la litera superior.

—¿Estás alucinando tanto como yo con todo esto?

Chris dio una palmadita en su cama para que Shelson bajara y se sentara a su lado.

Vestida aún con su grueso pijama de franela, Shelson se deslizó hasta la cama de Chris con dos tabletas grandes de chocolate negro.

Chris iba a decir que no podía comer nada, pero en cuanto el olor del chocolate le llegó a la nariz, quitó el papel brillante de la envoltura y dirigió una pequeña sonrisa a Shelson.

—Es lo que necesitamos —afirmó Shelson—. ¿Te acuerdas de lo que dije anoche acerca de Dawn besuqueándose con algún bola de sebo? Me siento fatal por eso.

Chris negó con la cabeza.

—Shelson, no lo sabías. No deberías sentirte mal por eso.

El, en cambio, sí tenía motivos para sentirse mal por lo que le había ocurrido a Dawn.

Chris ya llevaba mucho tiempo considerándose responsable de las muertes de personas cercanas a el: primero Trevor, después Tom y luego el pobre de Hudson. Se le hizo un nudo en la garganta al pensar que tal vez debería añadira Dawn a su lista.

Se secó una lágrima antes de que Shelson lo viera.

Un golpecito en la puerta les hizo dar un respingo tanto a Chris como a Shelson.

La puerta se abrió lentamente. 

Era Miles.

—Han encontrado a Dawn.

—¿Qué? —preguntaron Chris y Shelson incorporándose a la vez.

Miles acercó la silla del escritorio de Chris a la cama y se quedó sentado mirando a los chicos. 

Se quitó la gorra y se frotó la frente. Estaba bañado de sudor, como si hubiera atravesado corriendo todo el campus para contárselo.

—No he podido pegar ojo en toda la noche —dijo mientras daba vueltas a la gorra entre las manos—. Me he levantado temprano y he salido a dar una vuelta. Me he encontrado a Steven y él me ha dado la buena noticia. Los que se la llevaron la devolvieron al salir el sol. Está asustada, pero sana y salva.

—Es un milagro —murmuró Shelson.

Chris era más escéptico.

—No lo entiendo. ¿La han devuelto? ¿Sana y salva? ¿Desde cuándo ocurren esas cosas?

—No fue tan sencillo —admitió Miles—. Steven intervino. Él la salvó.

—¿De quién? —prácticamente gritó Chris.

Miles se encogió de hombros y se balanceó sobre las patas traseras de la silla.

—¡Ni idea! Estoy seguro de que Steven lo sabe, pero no soy lo que se dice su mejor confidente.

[ El poder de las Sombras ]▪︎ChrisdielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora