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Seis días

Parte I


Mientras se apresuraba con ellos por el laberinto formado por aquel casino a oscuras, Aryan se movía como si tuviera visión nocturna.

—Vosotros tres, tranquilizaos —dijo con voz cantarina—. Os sacaré de aquí en un instante.

Llevaba a Chris bien asida por la muñeca, y el, su vez, agarraba a Miles; Miles tenía cogida por la mano a Shelson, la cual se lamentaba de la indignidad detener que huir por piernas.

Aryan los guiaba sin equivocarse y, aunque Chris no veía lo que hacía, se oía a personas refunfuñar y quejarse cuando Aryan los apartaba con un empellón.« ¡Lo siento!» , exclamaba. « Perdón» y « Disculpe» .

Los llevó por pasillos oscuros llenos de turistas nerviosos que utilizaban sus móviles como linternas. Subieron escaleras sin luz, llenas de polvo por el desuso y repletas de cajas de cartón vacías. 

Finalmente, abrió de una patada la salida de emergencia, los condujo por ella y llegaron a un callejón oscuro y estrecho .La callejuela se encontraba entre el Mirage y otro hotel gigantesco. 

—¡Ah! —Aryan inspiró profundamente—. El comienzo de otro glorioso día en la Ciudad del Pecado. Me gustaría iniciarlo directamente con un gran desayuno. ¿Quién tiene hambre?

—Hummm... bueno —farfulló Shelson mirando a Chris, luego a Aryan y finalmente al casino en general—. ¿Qué es...? ¿Cómo...?

La mirada de Miles estaba clavada en la cicatriz brillante y marmórea que recorría un lado del cuello de Aryan. Chris ya estaba acostumbrado a ella, pero era evidente que sus amigos no sabían qué pensar.

Aryan señaló con el dedo a Miles.

—Este parece capaz de zamparse tantos gofres como pesa. ¡Vamos, conozco una cafetería repugnante!

Mientras recorrían el callejón para salir a la calle, Miles se volvió hacia Chris y articuló con los labios:

—¡Es impresionante!

Chris asintió.

Era todo cuanto podía hacer para mantenerse al ritmo de Aryan mientras esta cruzaba a toda carrera la Strip. Will. No se la podía quitar de la cabeza. Todos los recuerdos que había vislumbrado en un instante habían sido dolorosos y asombrosos, por lo que se hacía una ligera idea de lo que habían representado para Will. 

Curiosamente había visto también algo en lo que nunca antes había reparado: sus antiguos yo es tenían una vida. Llevaban vidas completas e importantes antes de que Zabdiel apareciera.

Aryan los condujo hasta una cafetería de la cadena IHOP situada en un edificio marrón, bajo y estucado tan antiguo que podría ser anterior a cualquier otra cosa que hubiera en la Strip. El establecimiento parecía más claustrofóbico y triste que cualquier otro IHOP.

Shelson fue el primero en entrar, empujó las puertas de cristal, que hicieron sonar las campanillas baratas que colgaban en lo alto pendidas con cinta adhesiva. Tomó un puñado de pastillitas de menta que había en un cesto junto a la caja y luego se hizo con un compartimiento situado en el rincón posterior de la sala. 

Aryan se deslizó junto a el mientras que Chris y Miles ocuparon el otro asiento de cuero desgastado de color naranja.

Con un silbido y un rápido gesto circular, Aryan pidió una ronda de café a una camarera rechoncha y guapa, que llevaba el lápiz en el pelo. Los demás se concentraron en leer el menú, que era grueso y estaba en cuadernado en espiral. 

Volver las páginas era una batalla contra los restos de sirope de arce que lo pegaban todo y también un buen modo de evitar hablar sobre el problema del que se acababan de librar por los pelos.

Finalmente Chris tuvo que preguntar:

—¿Qué haces aquí, Aryan?

—Pedir algo que tenga un nombre raro. El Rooty Tooty, creo, como aquí no tienen los bocadillos Moons Over My Hammy... Siempre me cuesta decidirme.

Chris hizo una mueca. Aryan no tenía ninguna necesidad de actuar de un modo tan evasivo.

—Ya sabes a qué me refiero.

—Vivimos tiempos muy extraños, Chris. Pensé que era mejor pasarlos en una ciudad igualmente extraña.

—Sí, pero pronto terminarán, ¿no? Según el calendario de la tregua...

Aryan dejó su taza de café en la mesa y apoyó la barbilla en la palma de la mano.

—Bueno, aleluya. Parece que, después de todo, aprendes algo en esa escuela.

—Sí y no —respondió Chris—. Hace poco oí a Rolan decir que Zabdiel estaba contando los minutos, y que tenía que ver con la tregua, pero no sabía exactamente de cuántos minutos estábamos hablando.

A su lado Miles pareció ponerse en tensión al oír mencionar el nombre de Zabdiel.

Cuando la camarera se acercó para tomar nota él fue el primero en pedir con voz muy alta y prácticamente arrojándole el menú.

—Bistec y huevos, poco hechos.

—¡Oh! ¡Qué varonil! —exclamó Aryan dirigiendo una mirada aprobatoria a Miles mientras escogía lo que quería—. Un Rooty TootyFresh'N Fruity —anunció con expresión circunspecta, articulando cada sílaba como si fuera la mismísima reina de Inglaterra.

—Para mí, bollos rellenos de salchicha —dijo Shelson—. Bueno, no, mejor una tortilla de clara de huevo sin queso. Pero ¡qué caray! No, no, mejor bollos rellenos con frankfurt.

La camarera se volvió hacia Chris.

—¿Y tú, bonito?

—Un desayuno normal. —Chris sonrió disculpándose por sus amigos—. Los huevos revueltos sin carne.

La camarera asintió, y se encaminó tranquilamente hacia la cocina.

—Muy bien. ¿Y qué más oíste decir? —preguntó Aryan.

—Hummm. —Chris empezó a juguetear con el frasco de sirope que había junto a la sal y la pimienta—. Hubo una conversación sobre... ya sabes, el fin del mundo.

Shelson, con una risita burlona, se puso tres tubos pequeños de crema de leche en el café.

—¡El fin del mundo! ¿De verdad os creéis esa chorrada? Decidme, ¿cuántos milenios llevamos esperándolo? ¡Y los humanos se creen pacientes y apenas llevan dos mil años! ¡Ja! Como si fuera a cambiar alguna cosa.

Aryan tenía cara de estar a punto de poner a Shelson en su sitio, pero entonces dejó el café en la mesa.

—¡Qué maleducado por no haberme presentado a tus amigos, Chris!

—Hummm. Ya sabemos quién eres —dijo Shelson.

—Sí. Había todo un capítulo dedicado a ti en mi libro de historia de los ángeles de octavo —añadió Miles. 

Aryan dio unas palmaditas.

—¡Y pensar que me dijeron que ese libro había sido prohibido!

—¿En serio? ¿Apareces en un libro de texto? —se rió Chris.

—¿De qué te sorprendes? ¿No te parezco histórica? —Aryan se volvió hacia Shelson y Miles—. Bueno, habladme de vosotros. Necesito saber con quién anda mi chico.








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[ El poder de las Sombras ]▪︎ChrisdielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora